jueves, 17 de febrero de 2011

Limpieza de invierno, empiezan los cambios


La influencia de los principales invaden mi habitación pese a lo tardío de la hora mientras yo me animo a hacer, de nuevo como en tiempos pasados, testamento.

Me permito unos breves instantes de efímera celebración pues hoy he puesto el broche al último periodo de exámenes de mi diplomatura. Un mero trámite burocrático para justificar, sobre el papel, unas calificaciones ya pensadas de antemano.
Y tras una tenue sonrisa de satisfacción me dispongo a guardar en un cajón, bien cerrado con doble giro de llave, la tristeza por el fin de la rutina. No tengo remedio y no quiero sentir la falta de mis cuatro damas de la baraja así que lo lego para más adelante pues supongo que algún día me animaré a abrir la caja de lágrimas en donde la guardo.

Me dejo también para mañana, aun a sabiendas de que mañana lo seguiré fiando, el remordimiento por el chocolate trasnochador. Uno de mis "vicios confesables".

Para ayer dejo el miedo y los nervios de cara a una nueva vida que comenzará de aquí a tres días, me quedo sólo con la expectación y las ganas para hoy, para mañana y por siempre.

Le cedo al olvido curiosos pensamientos entre horas muertas, no así mis sueños entre los que se vuelve a colar mi querida "Zapatona". Pues, puestos a pensar, prefiero hacerlo en remotas posibilidades que en realidades potencialmente absurdas.

Y para el 27 me reservo un pequeño regalo envuelto en tiempo. Una hipótesis de nuevo demostrada aunque me falta encontrarle la utilidad práctica.

Dejo para el lunes a primera hora la pereza, el sueño y las ganas de permanecer eternamente entre el calor de las sábanas. Rescato del domingo pasado la música a cada paso, pasos que me llevan camino al Bernabeu donde me espera una condesa.
Y para el sábado dejo mi coincidencia con Marcelo, yo también quiero a Pedrito (y a Busquets y a Iniesta, puestos a pedir) así como tres nuevos puntitos en casa.
Lo que no sé para cuando dejar es el gesto torcido al acumularse en mi cabeza sentimientos dispares causados por un brazalete al enfrentarse a una decepción. ¿Qué hago con la rabia que molesta a una sonrisa rebelde?
Y los nervios del domingo... no sé, que se esfumen sin más.

De ayer no rescato nada, lo dejo todo para mañana... o para la semana que viene. Y al tiempo le presto un poco de ritmo que quiero que llegue por fin el viernes que viene.

Y con esto queda mi legado de la semana pues me espera un cuaderno lleno de los últimos resquicios de un 2010 entre brumas.

Puede terminarse el jueves.

If one tree hill has to end


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