sábado, 16 de julio de 2011

Una vela que no se apaga, arde en el brillo de una estrella


Hoy he encendido una vela y mi habitación se ha llenado de un dulce olor a helado de vainilla.

Se oculta el sol y mi ventana se pinta de azul, del azul de los tiburones que se creen delfines. Del azul de un jersey doblado con una caricia y guardado en un armario. Azul también.
Un azul que ganaría en oscuridad a cada instante, en cada recuerdo.

El recuerdo de un secreto que es sólo tuyo y mío se funde y se derrama ante una llama que sigue ardiendo. Que este año no se apaga.
Y en el cielo brilla una nueva estrella, arde con la intensidad de aquella llama olvidada.

Desde lejos parece que aun sonríe, sabe que aun me debe cuatro divisiones.

Feliz cumpleaños, estrella blanca. 

Te echo mucho de menos.



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