Las notas de un teclado y la voz herida de un amigo que se lamenta entre notas musicales abrazado al rojo de un recuerdo llenan una habitación fría por la ausencia de su dueña en los últimos días.
Se esfuman retazos de viejos recuerdos de esos que evoca la música justo cuando yo me decido a hacer inventario de mí misma y dejar, así, en herencia para el nuevo año, todo cuanto se agolpa en mi congestionada mente sin guardar un orden lógico.
Le dejo, en primer lugar y por ser lo más apremiante, al año pasado la vergüenza en cucharadas soperas por un instante que no recuerdo, en el que ni siquiera me puedo recrear. Un beso, o varios, que no tienen ni sentido ni razón de ser y que por suerte he olvidado. Se los regalo al 2010, y con ellos sus consecuencias y, por qué no, una buena gripe que me tiene encerrada en casa.
Le lego a esta noche el sueño de ayer, por la mera delicia de despertarme de nuevo riendo por lo absurdo de un inesperado retorno a mi memoria. Pero no le dejo al futuro próximo la posibilidad de un reencuentro casual, o eso creo.
Lo que si le lego al tiempo es que ponga en mi camino a aquel que pinta de niebla dorada infinidad de páginas en mi memoria. Quiero bañarme de nuevo en ese mar pues ya no me asustan sus olas.
A Enero le dejé hace tiempo la tristeza de un adiós que hoy se repite de nuevo. La recojo para volver a guardarla de aquí al próximo Octubre cuando, si el destino se presta, seré yo quién cause sonrisas de atrezzo en los rostros de quienes se quedan. Le dejo, pues, a la semana que viene los saltos de alegría ante una B acompañada, como mínimo, de un 2. La puerta entreabierta ante una posibilidad que ansío y necesito a partes iguales.
Para la semana que viene, la siguiente a lo más tardar, dejo tres abrazos con nombre y apellido. Esos que nacen de dentro y encuentran respuesta. Lo que olvido en el tiempo es todo aquello que no entiendo aunque a mi espíritu manipulador le cueste no saber predecir e interpretar una realidad.
Añadiré al pack de los abrazos, también y por qué no, un rostro encendido oculto tras manos de uñas azules y la coridalidad en respuesta a la cordialidad porque ni he sabido, ni sé ni sabré predecirle.
Todo cuanto tengo pendiente académicamente lo dejo para el viernes, por lo menos. Porque mañana es un día íntegramente para la magia... y la magia no entiende de apuntes. Me guardo para mañana la paz de respirar de nuevo Madrid a bocanadas, el goce de nadar entre historias ya sean mías como de la Inglaterra de antaño donde toman protagonismo unos ojos azules de sonrisa traviesa o, si no, una nueva historia entre calor y arena esperando entre páginas de una nueva adquisición literaria. Y, por supuesto, la luz y el color de una Cabalgata y la ilusión de esperar durante la noche los regalos.
Lo que dejo también para el viernes es el remordimiento por el roscón de Reyes que me espera mañana por la tarde.
Para mañana a sabiendas de que mañana lo volveré a dejar para mañana, dejó la realidad de que un trabajo bien hecho es el que haces tú mismo. Prefiero no pensar en ello. Tampoco en la vuelta a esa rutina de mesa vibrante aunque no me disgusta recuperar esa última parte.
Le regalo al tiempo, y que se lo lleve muy lejos, la decepción por todo aquello que hace tiempo
"bastava". Pero me quedo para mí un café desde hace tiempo pendiente, que no pase de este mes cumplirlo y que no implique un viaje a Colombia.
Y hablando de viajes, le presto a Enero una vuelta a mi pasado en forma de avión viajando allí donde se quedó mi infancia y una escapada sin explicación en un autobús rumbo al sur... Todo esto con permiso de las rebajas, claro... si no uno de los dos puede esperar a Febrero.
Lo que no espera, me temo, son las horas de biblioteca... que cruz, y a nadie se la puedo dejar.
De ayer no recojo nada, lo de mañana ya me lo he preparado y a mi Siempre le regalo de nuevo eso que ya tiene: una mirada de chocolate caliente.
Que se acabe el miércoles ahora que en mi cuarto resuena esa voz grave con acento del sur... es el héroe de mi vida.
Brooke Davis-Sexy naughty bitchy me
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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura