viernes, 20 de agosto de 2010
Come on, come on move a little closer
Mi iPod sabe ponerle banda sonora a mis sueños...
-Te aseguro que...
-Shhh...
Le cubrió los labios con un dedo. El índice que se estira y con una caricia sella sus labios antes de pronunciar aquella promesa, antes de dejarla morir corrompida por el aire.
Él frunció el ceño y sus ojos castaños ribeteados de ese brillo miel la miraron sin comprender. Ella sonrió, una chispa en sus ojos verdes se encendió aumentando el hechizo de su personalidad.
-No me hagas promesas, no dejes morir la ilusión a golpes de realidad.
Sus palabras, lejos de dar luz a su pensamiento lo encriptaban aun más. Un jeroglífico era mucho más sencillo de descifrar que la forma de pensar de aquella pequeña hada salida de un cuento.
-Esta tarde ha sido absolutamente maravillosa, un sueño que pronto se convertirá en el más bello de los recuerdos. Otórgale ese honor, la eternidad de la que dota la memoria a aquellas vivencias que nos arrancan una sonrisa. Si me haces promesas retienes en la realidad al sueño..., una realidad que crea expectativas, que exige, que decepciona-dio un paso atrás, se alejó de él-. Déjalo volar, sé que tienes medios para dar conmigo pero no me prometas hacerlo, permítele a tu iniciativa ser también sorprendente.
-Eres extraña.
Ella sonríe y niega con la cabeza, vuelve a retroceder y él ve como se aleja, como poco a poco la pierde, ya ni siquiera siente el cosquilleo de su roce en los labios.
-Sólo intento cuidar mis tesoros.
Moraleja: Al próximo que me prometa algo le denuncio por fraude =)
Lucas Peyton-Accidentally in love
domingo, 15 de agosto de 2010
Purtroppo anche le più belle storie d’amore finiscono
Adesso però è arrivato il momento di trovare nuove sfide, il mio lavoro qua è finito. Purtroppo anche le più belle storie d’amore finiscono ma ti lasciano un sacco di bei ricordi, tanti momenti paragonabili a quel primo bacio che ci siamo dati sull’erba di Welkom, dove lei mi ha guardato dritto negli occhi e mi ha detto “Ti amo”
Se inicia un nuevo capítulo en la historia del más grande...
¡¡¡TODO AL ROJO!!!
Nathan Lucas-Requiem for a dream
sábado, 7 de agosto de 2010
Descubrí el cielo y me regaló una flor
La mano de Álvaro se tendió extendida hacia mí, expectante a mi respuesta en una invitación muda. Acepté, me aferré a ella y el tacto áspero de su piel trajo a mi memoria recuerdos una vez enterrados entre las arenas del tiempo. Él, siempre impulsivo, decidido y confiado, me atrajo hacia su cuerpo. Me sorprendió el abrazo, sus brazos de piel siempre morena envolvieron mi cintura ciñéndome a su cuerpo hasta sentir el bombeo rítmico y sosegado de su corazón contra mi pecho. En un acto inconsciente mis brazos rodearon su cuello y escondí el rostro en la base del hombro disfrutando de aquel aroma inconfundible que brotaba de él, aquella mezcla entre la colonia y la gomina con la que se peinaba cuando la ocasión le exigía cierto decoro.
Me sonreí a mí misma, sabiéndome oculta de miradas, pues me llamaba la atención la familiaridad que era capaz de transmitirme. Sin motivos enumerables Álvaro se ganaba mi confianza con tan sólo una de sus sonrisas de dientes blancos y labios gruesos y, simplemente, resultaba sencillo ser natural con él a mi lado, como si pudiese transmitirme parte de su confianza innata.
Con efusividad estrechó el abrazo hasta que mis pies perdieron su punto de apoyo en el suelo y no pude sino reír cuando me hizo girar por el aire, dueño y señor de mi pequeño cuerpo indefenso ante su influjo.
Cuando recuperé el control de mis movimientos y sus brazos tan sólo se deslizaron por mi cintura dejando en mi piel el recuerdo de su calor me vi inmersa en el mar de sus ojos, flotando sobre sus aguas de apariencia predecible y marea constante, ocultando su capacidad de sorprender.
Álvaro era el mar que reflejaban sus ojos, el espíritu rebelde del mar embravecido y la dulzura de las aguas cristalinas que acarician la arena tostada bajo el sol. Y yo, navío a la deriva, podía permanecer horas sumergida entre sus mareas, hechizada por el atractivo de su inmensidad capaz de rodearme. No obstante su hechizo no mermaba mi seguridad, me envolvía sin atraparme pues el terreno me resultaba conocido, yo misma soy agua.
Su dedo índice delineó mi nariz y golpeó la punta arrancándome de nuevo una sonrisa.
-Nunca dejes de sonreír.
Fue un consejo, una orden y una petición, y acepté las tres modalidades como una sola pues estaba de acuerdo.
-No lo hará, es fuerte-aseguró una voz a mi espalda.
No me sorprendió aquel timbre grave pues había sido consciente de su presencia en todo momento. Giré el rostro, le miré y todo cambió. Dejó de existir mundo más allá de esos ojos, tan azules como los de su amigo aunque con una tonalidad tan opuesta como las personalidades de sus dueños. Y yo fui otra, perdida la confianza y seguridad que Álvaro creaba en mi espíritu me sumí en una timidez incontrolable. Agaché el rostro y mi mirada atravesó mis pestañas hasta perderse en el cielo de sus ojos, tan sincero y limpio que llegaba a intimidarme y tan dulce que me hacía perder la razón. Mi ser se volvió satélite alrededor de aquel planeta, incapaz de hallar seguridad más allá de su mirada; hechizado, deseoso de poseer la inmensidad de aquel cielo, temeroso de no llegar a abarcarlo nunca.
Mis pies siguieron su camino, salvando la distancia que me separaba de él, de Gonzalo, quién me esperaba paciente, tan opuesto a Álvaro. Recosté el rostro sobre su pecho, subía y bajaba al compás de cada respiración mientras su corazón latía frenético. Apoyé ambas manos acariciando la tela de su camisa y él me abrazó. Mi cuerpo encajó entre sus brazos como lo hace un engranaje en la maquinaria, como si aquel fuese el lugar al que perteneciese sin yo darme cuenta, y tan sólo pude suspirar, por fin en calma.
Había perdido hacía ya demasiado tiempo el suelo sobre el que posar mis pies. La tierra a la que tan firmemente me había aferrado había echado a volar dejándome flotando sobre una nada sin luz ni color. Y de pronto aquella nada se volvía mar bajo mis pies, sosteniéndome; y cielo a mi alrededor envolviéndome en un abrazo.
Me costaba creerlo, jamás lo habría imaginado y, sin embargo, resultaba imposible pensar en mi vida sin la presencia de aquellos dos hombres como si su presencia hubiese estado siempre escrita en mi destino.
Damon, Elena, Stefan-Mr. Brightside
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