Francia, circuito de Le Mans. Cae la bandera a cuadros y Valentino firma la victoria en el circuito francés... año 2008, tan lejano ya en el tiempo.
Aquella era una victoria especial, la 90ª de su palmarés y la que indicaba que igualaba en victorias a una de tantas leyendas del motociclismo: Ángel Nieto.
La leyenda se puso al volante de la M1, de la bestia que ha obrado maravillas. Y el de Tavullia, el mito, se acomodó sobre el colín dejando que el 13 veces campeón del mundo le diese a él la vuelta de honor.
Fue una imagen de dulce sabor a victoria, se escribía con ella un nuevo renglón en la historia mientras Nieto alzaba al cielo aquella pancarta "Valentino, la moto te quiere".
Cierto, y no sólo la moto, también yo le agradezco aquella victoria tan difícil de imaginar desde la parrilla de salida... la que supuso un guiño del destino hacia mis planes de futuro.
La gente es, por costumbre, indecisa. Yo soy algo más práctica y me aburre perder el tiempo valorando cual es la decisión más sensata de todas las que puedo tomar.
Aquella lejana mañana tenía yo sobre la mesa dos posibilidades. Un camino que parecía el adecuado, y otro que gritaba por llamar mi atención pese a los riesgos que sólo pronunciarlo conllevaba.
La decisión fue sencilla, uno de los dos caminos llevaba la victoria pintada en sus ojos tras el negro de la visera del casco.
Él ganó y yo decidí el acompañamiento en cuanto a nomenclatura de aquel nuevo recorrido pasado el bache de encontrarme fuera de lugar en una universidad tan grande... tres años después también yo he ganado...
Madrid, Facultad de Educación. Cae la bandera a cuadros y yo firmo mi propia victoria.
Queda tan sólo la vuelta de honor, el momento más dulce y el que más voy a disfrutar. Pero poco a poco me voy dando cuenta de cuanto voy a echar de menos a quienes han competido conmigo.
Harry Potter-The good life
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