Vivir un cuento

Música elegida con intención pinta con nuevos matices una habitación que de pronto se vuelve añeja, viejo recuerdo de otra vida. Se pierde la comodidad sobre las patas de un viejo peluche y la cama parece tan alta como pequeña.
Descansa la cabeza sobre una almohada doblada, una colcha demasiado infantil no está a la altura para los recuerdos que empiezan a tejerse con la suave brisa que entra desde la ventana abierta. Y sus ojos se pierden más allá entre los colores mate de las fotografías que adornan su pared, simple decoración a simple vista, significados ocultos para esa mente despierta.
Una mirada desaparece en el rojo de los pétalos de aquella flor impresa, sumergiéndose en un mar de imágenes que vibran con cada nota que escapa de unos altavoces baratos...

Una sonrisa añorada que observa impaciente desde una mirilla más allá de una puerta de barrotes verticales como pasan viandantes sin ser ella... uno, otro, otro más... y de pronto esa sonrisa encuentra respuesta si un telefonillo suena y la espera pone su punto y final.

Un abrazo que al fin tiene lugar después de días de espera, dos pies que de un impulso se despegan del suelo marcando el inicio de horas que se volverán casi un sueño. Ventanas que se abren, aire fresco que agita las hojas de un árbol y besos que pintan las paredes de un cuarto lleno de hermosos instantes escondidos de ojos que no saben mirar. Palabras que se encadenan tejiendo su red con hilos de confianza y comodidad y el sueño que vence a dos que duermen con los meñiques entrelazados.

Somnolienta se dibuja una sonrisa al despertar con un beso que sigue a otro y a otro más. Y entre patatas que nunca llegan se pinta en orgullo la mirada de unos ojos castaños que le observan mientras da consuelo a la que, más que una amiga, es una hermana mientras de una ensalada va desapareciendo el pollo.

Fantasías que se cumplen cuando cae el agua caliente entre caricias por la piel, confianza que va ganando la batalla a viejos miedos llevándose consigo resquicios de una infancia que aun apresaba aquel corazón, sólo en sus ojos brilla esa chispa de absoluta inocencia si escucha esa risa que no sabe describir pero que acelera sus latidos.
La luz que ilumina su rostro si una llamada sin nombre resulta esconder una voz conocida y un abrazo que levanta sus pies del suelo cuando detrás de la tensión viene la calma pintada de euforia.
Y la oscuridad les envuelve en aquella habitación donde ya no tienen cabida los viejos recuerdos pues los que están creando entonces forman un lazo invisible alrededor de dos manos unidas que regalan susurros cuando al sol poco le queda para salir más allá de la línea del horizonte.

... En su memoria resuena un "te quiero" y escapa una lágrima que en su cristal atesora la felicidad más pura, la que desborda cuando el corazón de una mujer no puede guardar más. Las notas de una melodía instrumental, otrora causante de una gran herida, resuenan entonces por su habitación y ella siente que un cambio ha tenido lugar.
De pronto su casa se le vuelve extraña, se ha dejado olvidado el corazón dentro de una cajita, escondido entre los pétalos de una buganvilla en flor.


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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura