Queridos Reyes Magos:
De nuevo es un año más vuestro día, ese que cada niño espera con una mezcla de ilusión y tristeza. Ilusión por veros llegar en vuestras carrozas iluminadas regalando caramelos y sueños; y tristeza pues tras vuestra partida vuelve la rutina del cole, los profesores y los deberes.
Y yo, como una niña más, aprovecho para escribiros una nueva carta para inaugurar este nuevo año 2013.
Este año creo que he sido bastante buena, o quizá no. Lo que sí sé es que este año he seguido los dictados de mi corazón aun a riesgo de que este pudiese salir herido. Me lo he jugado todo y más por levantarme y empezar a andar y, aunque trémulos, empiezo a dar mis primeros pasos hacia delante lejos de las manos de mamá y papá. Si lo he hecho bien o mal os dejo a vosotros que lo juzguéis; yo me limitaré a pediros alguna cosilla sin importancia y ya vosotros, según vuestro criterio, veis lo que me dejáis en el zapato.
Encabezo mi lista de deseos, de nuevo como el año pasado, pidiendo que me concedáis el brillo de una estrella iluminando siempre mi camino, aun cuando ni yo misma sé hacia dónde va. Otorgarle a esa pequeña tortuga la fuerza para ser la estrella que más brille y no la apartéis nunca de mi memoria. Envolved en cristal el sonido nasal de su voz, en plata la calidez de su mirada curiosa y tranquila y en oro la dulzura de sus pequeñas pecas, muescas de chocolate en una tez gamberra y clara.
Y, además, regaladle a su padre y a sus hermanos coraje para recordarle sin perder la sonrisa, aunque sea bañada por las lágrimas; y toda la suerte del mundo. Si alguien la merece son ellos.
Por otro lado os pediría también que guardaseis un sitio muy especial en el tiempo para un batería de sangre y corazón cuyo camino se desvió hacia arriba hará unos cuantos meses. El ritmo intenso del latir de su corazón lo fichó en febrero el cielo, os pediría que en ese momento cuando el cielo acaricia la tierra y el cielo se vuelve fuego, suene con fuerza el redoble de sus baquetas para darle esperanza y calor al mundo. Todos necesitamos un poco de él.
Mi atención ahora la dedico a cierto poblado al que volveré en cuestión de días. Para ellos os pido como el año pasado la eternidad de un para siempre y un camino sin un final. Valor para sus padres, cientos de sonrisas para ellos y para mí la oportunidad de volver a sentir como se me eriza la piel al ver que en ese lugar el mundo es un poquito mejor. Ojalá no fuese sólo en las circunstancias más injustas cuando el ser humano se muestra noble pero renuncié a pedir la paz mundial cuando cumplí los diez.
Para él, el que llena de color mis días. (Sé que sabéis de quién hablo, sois magos y lleváis muchos años trabajando en esto) quería pediros la ambición para no conformarse con unos zapatos pequeños, el deseo de querer crear un futuro a su medida y el poder para hacerlo posible y real. También, si no es mucho pedir, dejadle en un bolsillo la suerte de cualquier héroe de cómic y sobre la mesilla de noche un libro en blanco para que lo pueda llenar de experiencias únicas llenas de color y vida. Y si estas pueden ser a mi lado, mejor.
Para mi familia os pediría un lazo grande e irrompible. Un lazo que se vuelva fuerte y los una cuando las cosas se vuelvan feas pues por lo general solemos olvidar que la unión hace la fuerza y el infortunio nos lleva a competir. Un lazo que se vuelva cálido cuando las cosas sean bonitas y les permita compartir instantes especiales. Un lazo que se vuelva protección cuando desde fuera el egoísmo golpea. Y que se vuelva paciencia cuando el gris no venga de fuera.
Y para aquellos que me rodean os pediría tan sólo colores. Amarillo para los sueños, rojo para el valor, verde de esperanza y suerte, azul de calma y serenidad; incluso algo de inocente rosa que nunca viene mal. Dejad lejos el triste gris y dejarles bajo el árbol tan sólo momentos llenos de color.
Y para mí creo que este año tan sólo necesito palabras.
De suerte tengo llenos los bolsillos y las alas a mi espalda sueltan infinidad de brillante polvo de hadas. Vuelo, sueño, deseo y sonrío por mis propios medios y desde que he vuelto de Finlandia me veo capaz de atrapar en una mano el mundo. Tan sólo me hacen falta palabras para inmortalizar cada momento que traerá consigo este nuevo año. Quiero poder guardar entre letras la magia de enero, la música de febrero, la emoción de marzo, la luz de abril, el futuro de mayo, el color de junio y el calor de julio, la suerte de agosto, las aventuras de septiembre, la sensatez de octubre, la sonrisa de noviembre y la ilusión de diciembre.
Tan sólo eso, palabras.
En cuanto al novio... supongo que este año sí tengo sitio en el armario y en el corazón.
Y por ser gamberra este año no os pediré a ningún miembro del plantel deportivo español; tan sólo que volváis invisible a ojos de posibles arpías la ropa que vi ayer en Zara. No pido mucho, algún vestidillo mono, unos vaqueros que realcen, unos zapatos de tacón y alguna camisa mona. Que nadie le ponga las zarpas encima o iré armada a las rebajas.
Por lo demás este año, como todos los años por estas fechas, soy un criadero de virus. Y teniendo en cuenta que dentro de unos días empiezan mis andanzas por el hospital no quiero ponerme peor o no me dejarán trabajar así que este año, con todo el dolor de mi corazón, no iré a la cabalgata a veros. Pero seré la primera en sentarme en el sofá del salón para veros desde la tele con la ilusión recuperada de mi infancia para despedir con un broche de oro estas Navidades tan mágicas.
Cuando vengáis esta noche sabéis que tenéis, como todos los años, algo de roscón y turrón. Yo os traje chocolate finés pero aquí mi querido hermano ha acabado con él así que solo os podemos ofrecer productos "typical spanish" y una copita de cava para cada uno.
Os deseo una buena noche. Repartid ilusión allá donde vayáis y no dejéis que desaparezca nunca el brillo en los ojos de los niños cuando ven sus regalos al despertar. Que no dejen de creer en la magia, es el tesoro más valioso que podrán tener nunca.
Os quiere.
Andrea
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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura
