Existieron, en tiempos lejanos, aquellos a quienes el pueblo consideraba héroes.
Estos vivían en la imaginación más despierta, ocultando su identidad tras sencillas máscaras y con la capa ondeando al viento, siguiendo el vuelo de su espada. Baile de aceros que entrechocan. Música de duelo.
Aun hoy existen tales héroes aunque no lleven capa, cortesía del marqués de Esquilache en tiempos de Carlos III (amigo Carolo, me llena de orgullo mi muy merecido sobresaliente)
De espada también carecen, consecuencia del avance de la historia... no sé si a peor... bárbaros que dejan de lado la espada e, ignorando la pluma, se convierten en animales de fuego balas y pólvora.
Estos héroes tienen su voz, capaz de llenar de color la mente más oscura y monocroma. Tienen sus manos que sanan cualquier rasguño con una caricia.
Entregan todo cuanto son, anulándose a sí mismos, en favor de aquel que reclama su ayuda.
De lo que no prescinden es de su máscara, el héroe nunca te dejará saber quién es. Sellado está su mundo pues a él nadie le pregunta por aquello que perturba su mente.
Si de pronto ves a quién estalla, grita, llora y destruye... siempre en soledad... estarás ante un héroe aunque no lo sepas pues... nadie ha visto a un héroe llorar.
Multifemales-Bang bang!
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