martes, 21 de junio de 2011

Heaven was needing a hero



Gracias, pequeño príncipe, por todo lo que he aprendido de ti y contigo, eres y serás una gran parte de lo que soy.
Te quiero mucho, te querré siempre.

Madre e hijo se miraron entonces y el pequeño quedó hipnotizado por la voz de su madre sin poder apartar de ella la mirada de sus grandes ojos redondos, como una taza de chocolate en invierno.
Levantó el meñique, acarició con él la manita del bebé y este la cerró en torno a su dedo un instante, aferrado a su madre, hipnotizado por su voz, perdido en su mirada. De sus ojos escapó entonces una lágrima como tantas otras noches sin importar cuantos meses pasasen. Su mundo se reducía a las pecas de color intenso que perlaban las mejillas y la nariz de su pequeño.
**PS**


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