viernes, 10 de agosto de 2012

Un instante, cuatro amigos, una guitarra...


Descubrir de pronto que aquel lugar que parecía extraño se antoja familiar cuando la calma se contagia y el alcohol ejerce su suave influjo bañando de tenue bruma el menor miedo.

Una guitarra le roba el protagonismo al silencio y una silueta se dibuja en el reflejo del espejo abrazada a sus cuerdas. Sus dedos arrancan notas que escapan sin apenas ser conscientes, melodías familiares, canciones demasiado conocidas.
Cuatro amigos se encuentran sin buscarse, envueltos por una burbuja de instantes y juergas compartidas, lazos que hermanan. Uno de ellos cierra los ojos, la música conquista toda su atención mientras la letra de aquella canción escapa entre sus labios. Un recuerdo añejo hace sonreír a quién tan solo es testigo de ese instante.
Los demás entre sí se abrazan y en sus pupilas arde el brillo de un futuro que se crece impulsado por pasados de batallas y conquistas. Historias que llenan sus pulmones de bocanadas de aire en cada estrofa de aquella canción.

Ella solo les observa, quién pudiera congelar aquel instante y revivirlo una y otra vez. Ese momento en el que  un único sentimiento eclipsa a cualquier otro, un instante en el que la luz se rompe en infinidad de colores más allá de la barrera de un cristal. Pero quizá su magia reside en que es fugaz y solo ella es, en ese momento, testigo.

Como testigo fue también del canto improvisado de un pajarillo azul, arrojo y valor para colorear un recuerdo que se quedó en gris

Te Avengers-Seven nation army










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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura



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