jueves, 18 de junio de 2015

Entre Nunca Jamás y Para Siempre


Cambia la realidad en cuestión de apenas meses. Un día de pronto pestañeas y al abrir de nuevo los ojos tu mundo es otro por completo distinto. ¿Cuándo cambió? No lo sé, ni me di cuenta.
Tan solo el tiempo guarda el testigo de esos cambios, resquicios de un pasado que no vuelve aunque se refleje en constante con el presente, recortes en fotografía que no te buscan pero en ocasiones te encuentran.

Adolescencia en término que queda retratada cuando el dos se hace presente en ese concepto abstracto que cargamos todos a la espalda. Una época que queda impresa en la ternura de un abrazo. Juventud en cierto modo inconsciente que apenas repara en detalles, contrapunto del afán por buscar, conseguir y atrapar. Tiempo aquel en el que tumbarse sobre el césped simbolizaba calma y disfrute, ya está, poco más. Realidad de un entonces que se refugiaba nariz con nariz en el cariño que a pasitos se va descubriendo, arañando de a poquito constantes descubrimientos. Una mano que acaricia, la otra que cubre, y aunque apenas haya cercanía más allá de esas dos manos unidas, la imagen retratada es la viva expresión de la ternura.

Se avanza en el camino y todo cambia, aun cuando ni nosotros mismos somos conscientes de ese cambio. De pronto ya nada sorprende y lo que lo hace es a base de golpes que preferirías no recibir. Ya no hay apenas oportunidades de vivir aquella sensación de haber encontrado algo por primera vez y las experiencias se dibujan sobre papel cebolla, con referencia siempre al fondo, superponiéndose unas sobre otras rompiendo con la idea de haber dado con algo único. Podrá ser mejor, podrá ser peor, pero ya nunca será único.
Y es así como se rompe aquel lejano abrazo, aunque se formen abrazos nuevos. Se pierde en ternura aun cuando se gana en cercanía. Allí donde antaño quedaban caricias y rostros que se sienten se dibujan hoy mejillas recostadas a la altura de aquella vieja máquina que bombea. Los brazos envuelven y ese manto de protección y lealtad hace aparecer una tenue sonrisa en el esbozo de un futuro que aun parece lejano.

Cuan distintas son hoy las realidades. Cuanto distan de la realidad que te enfrenta al mañana. Qué sencillo es añorar el entonces y desear lo que vendrá. Que complejo puede resultar a veces valorar el hoy como merece.












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


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