viernes, 21 de septiembre de 2012

Limpieza de armario, reorganización otoñal


Es tiempo de que la naturaleza renueve sus colores y se pinten de rojo, naranja y ocre las calles bañadas por la lluvia, gotas de agua con afán de proclamarse protagonistas absolutas del día, por desgracia lo consiguen, poco reina el sol. Lluvia contra el cristal y Despistaos llenando el verde de mi habitación, la situación se me antoja un recuerdo lejano, abril en formol. Y este un instante acompañado de triangulos de blanca debilidad confesable acompañando el momento perfecto para poner en orden una realidad que empiezo a desenvolver... poco a poco, que el interior está frío y da miedo.

Supongo que lo vital en este momento es pedirle a mi cerebro que me guarde día tras día con delicado esmero alguna que otra conexión neuronal de las áreas de Brocca y Wernicke, el inglés no es mi fuerte y en mi día a día las necesito a un nivel semejante al oxígeno y el agua. Aunque al tiempo le suplico que me reserve al día mis momentos de calma en español, ese dulce y familiar sonido.
Que el futuro coloque en sitios visibles viajes inolvidables, le reservo a él ese centenar de fotografías que podré traer de vuelta, que mis ojos se dispongan a dejarse conquistar por la belleza de la Venecia del norte, ciudad de zares y cajas de música, nieve luz y palacios; que mis labios saboreen el amargo sabor de un viaje pirata a la deriba en una ciudad vecina y rival; que mis oídos atrapen los sonidos de un nuevo país perdiéndose entre sus bosques y lagos; y que mis manos acaricien un cuento de hadas al que deseo volver en compañía de él, quién me demuestra que hasta los cuentos se pueden hacer realidad.

El instinto de supervivencia me pide que guarde en un cajón, a poder ser bien al fondo, sentimientos de desesperanza, desilusión y añoranza. Como en una bolita de nieve sobre la mesita tengo guardada mi preciosa Madrid pero de poco me sirve nublar mis días con su ausencia. Me espera allí donde la dejé cuando mi avión despegó dejando atrás Barajas.
Y junto a esos sentimientos guardo otro más, el escepticismo no hace juego con mis zapatos.

Para mañana, siempre para mañana, reservo un par de escritos aun pendientes y con ellos una composición musical por inventar. La parte de mi que cree ser Mozart no se encuentra muy despierta.
Lo que quiero para ya es esa ópera que me espera con octubre, deleitarme con Puccini es un privilegio para el que no quiero seguir esperando. Y para el martes que esperen las clases de piano que mi dedo meñique necesita descansar un poco.

A esta noche le cedo, tras recogerlas de un pasado casi olvidado, ligeras ganas por salir de fiesta. Lo acompañaré quizá de algo de paciencia porque sé bien que la música estridente provoca en mi bostezos, que mis ganas de ser sociable son escasas y que más me gustaría haber guardado en la cartera esos diez euros en lugar de haberlos cambiado por una entrada en cartón. Confío en que la cerveza suavice el arduo pasar de los minutos.

A la semana pasada le cedo amargas discusiones que pintan instantes de miradas perdidas entre pensamientos inconexos. Y a ese lejano 19 de diciembre la confirmación que ya sospecho; sí, esto no ha sido una buena idea pero ya ha pasado.
Lo que me guardo para el presente es la ilusión y las ganas de verle, que me ayuden a ir pasando por los días con paso firme y espíritu ligero, que me permitan disfrutar de como cambia de color el árbol frente a mi ventana mientras aun quede luz, cada vez más escasa por estos lugares. Guardaré también a buen recaudo un pedacito de su sonrisa y la mirada de sus ojos cuando no ven más allá de mí, ese es mi pequeño gran tesoro, el que no comparto ni con el tiempo.

Y a la semana pasada le dejo el pasar lento de las horas que el 2 de octubre se acerca y me esperan minutos eternos dibujados entre las sábanas.

Por último cedo a las Navidades cada esperado reencuentro que solo son hoy fotografías en mi pared, no veo el momento de que lleguen. Y a ese aun lejano 20 de Diciembre un beso que se funda en una sonrisa sobre el segundo escalón de mi portal. Sin olvidarme del abrazo que dejo pendiente para el 19 a la bola peluda que me espera en casa.

Poco me queda ya por ordenar, tan sólo recolocar una bolita amarilla que me cuida con sus ojos negros y un cubo de colores con el azul siempre protagonista. Ambas cosas se quedan, como siempre, conmigo.


Becoming Jane-Don't bring me down










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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura



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