Navega en papel y sin ancla. Ligero y valiente, tan ansioso que olvida surcar las olas por buscar despegar del mar y surcar el cielo. Lleno de esperanza y vida, sin sensatez que le amarre al puerto. Tímido, torpe y frágil pero con el viento a favor.
Juegan las baquetas a marcar el ritmo, sonido conocido que sabe guiar al corazón. Tras ellas la sonrisa se dibuja con trazo sencillo y enérgico, siempre al compás.
La oscuridad se vuelve aliada ocultando tropiezos, y a la voz le falta fuerza para sobresalir pero no ilusión para hacer arder en llamas letras de canciones que atesoran recuerdos que nadie conoce.
Música eléctrica, que gusta, que despierta ese qué se yo que cosquillea en el estómago, dos escuderos que con el descaro mascando chicle disfrutan de ese momento, su momento; confiado el baile de elegantes dedos sobre cuerdas y atisbo de profesionalidad cuando se vencen los nervios y los pies les permiten no estar clavados siempre en el mismo sitio.
Un largo camino les queda por delante, detalles que pulir y mucho más que disfrutar, pero esos cuatro niños pueden sentirse hoy orgullosos pues cualquier realidad se logra jugando a creer.
Felicidades, Tripulación. Buen trabajo.
Lucas & Nathan-Requiem for a dream
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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura
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