Aquí acaba tu andanza televisiva de la cual no voy a emitir valoración alguna. En el mundo del espectáculo la fama es contrato y no es fácil defender unos ideales con los bolsillos rotos.
Yo me quedo con la suerte de haber podido disfrutarte de nuevo, aunque quizá no como a mí me hubiese gustado. Siempre es más grato descubrirte en escena y dejarse acunar por tu voz en vivo directo.
Esa voz, clara y limpia, dulce y elegante, ha vuelto de nuevo con tonos menos musicales, recordando a la vieja escuela de los bares en directo de los años cincuenta, bruma de sombreros calados y chaquetas abiertas. Y renace de nuevo en el estómago el aleteo de cientos de mariposas perdidas en el hechizo de esa voz, alzando al vuelo más allá de esa sonrisa tranquila que asoma en un rostro en el que nada queda de la niña que fue.
Que siga tu camino, yo volveré a guardarte en mi recuerdo y mi arte.
Eres inmenso, niño cantor.
Gonzalo Alcaín-Eungenio Salvador Dalí/Laika
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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura