viernes, 29 de enero de 2010
Agua, sal y tu voz
El escenario le protege, le cuida. Cada cual tiene su hogar y las tablas es el suyo. Así, ante infinidad de miradas tan sólo cierra los ojos y canta; canta ante todos, pero canta para él. Ternura patente, impresa en su naturalidad y la voz, la de siempre, que arranca una sonrisa... sonrisa que se torna promesa de eternidad.
Sol que brilla en plata, sol de brillo cálido, sol de brillo cercano.
Pero, en esta ocasión, permítaseme la licencia de quedarme con lo que es más sutil que el arte: el corazón.
Al final una "simple cancioncilla" un "gracias" y un "hasta pronto"... pero yo me quedo con la mirada y la sonrisa porque esta vez sí me han pertenecido.
Nota sobre nota van sumándose a la curva por la vista al instrumento hasta el oído que lo lleva al corazón.
...Gracias...
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