miércoles, 20 de enero de 2010
Na na na nanananana nanananananananaaha
En el suelo se clavan sus rodillas y derrotado cae su cuerpo. Tanta fuerza derrochada en vano porque no se escucha su lamento.
Ante su caída sube el humo, lo envuelve con su baile oscilante, hipnótico; y él arquea la espalda, echa la cabeza hacia atrás y canta. Su canto crece, se eleva en el silencio y gana en intensidad hasta convertirse en un grito vibrante, desafinado al culminar... perfección imperfecta.
Un ángel entre mis manos y mi corazón entre las suyas; de nuevo me gana, de nuevo me pierdo. Y rodeada de silencio y ante infinidad de miradas, encuentro de nuevo el lugar donde pertenezco.
Vuelvo sin alma, la dejo a buen recaudo. Sobre escalones espera a que aparezca esa estrella de oro, plata, marfil y seda.
Te viniste al mundo sin decirme nada, sin llorar y así te vas.
...Dejándome un sueño, un recuerdo y una mota de plata.
Na na na nanananana nanananananananaaha
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