De niña una piensa que no hay nada más difícil en el mundo entero que los exámenes de los mayores, que la mayor decepción es tener para comer verdura cuando esperabas un delicioso plato de pasta fresca con mucha nata y jamón de york, y que tan solo se llora cuando uno se raspa las rodillas al caer mal del tobogán. Cuando éramos niños no había mayor logro lograr el cromo "nole" que te faltaba para terminar la colección y luchar era conseguir cien pesetas extra para gastar en la tienda de chucherías del parque; un deber era no faltar al capítulo diario de los Power Rangers a las cinco de la tarde y el mayor de los honores tener el boletín de notas lleno de puntos verdes, sin ningún amarillo y aun menos uno rojo.
Luego creces y entonces descubres que lo más difícil que hay en el mundo entero es tener que hacer frente a una decepción por no haber logrado el honor tras una encarnizada lucha. Es entonces cuando ves a un llorar a un hombre y, a pesar de la hipocresía que rodea a todo ese mundillo de focos con más sombras que luces, entiendes que por oscura que sea la realidad siempre hay una chispa de luz que rescatar.
OTH-This is war
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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura
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