Nunca es sencillo delimitar donde acaba una historia, rubricar el final perfecto que, en el preciso instante en el que la tapa del libro se cierra sobre las páginas encerrando a su paso los secretos que este oculta, dejen en el espíritu la calma que deja ese desenlace esperado y necesario.
Hay incluso finales que no saben llegar, historias que no están preparadas para ser acabadas y corazones demasiado fuertes como para limitarse a olvidar.
Un final no será nunca compatible con un abrazo en el que se funden añoranza, respeto, familiaridad y un reencuentro. No si quienes se abrazan jamás sintieran que algo hubiese acabado más allá de la certeza de un cambio que genera otra realidad.
Un final nunca se escribe entre las gotas de lluvia que son testigos de un beso en una cálida noche de mayo camino de una diosa que parece tener aun resaca.
Hay finales que no están preparados para estar escritos y, el nuestro, desapareció entre las aguas de una fuente que guarda entre su calma un poquito de nosotros.
Brooke & Julian-One last chance
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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura
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