Y de pronto una noche encender la luz de la habitación y reacomodarte a la idea de que vuelves a estar en casa trae consigo una sorpresa tan pequeña como inesperada. Leer de pronto las palabras de una voz amiga evocando tantas y tantas historias que pintan de recuerdos las paredes de esa misma habitación, la que da cobijo hoy a esa persona que eres y que se parece tanto y tan poco al mismo tiempo a aquella niña que un día fuiste.
Recuerdos evocados de más sueños que vivencias, historias que jamás podrían competir por sustituir a lo que es hoy presente pero que es un todo en un pasado compartido, donde soñar era sinónimo de crear un mundo adaptado a nuestra medida; aquel donde no había problema que no se solucionase con un tachón en un cuaderno de notas rojo. Una historia que por lo no real dio alas al corazón de dos niñas hasta tatuarse a fuego como un gran recuerdo que ocupa aun mucho más que más de mil hojas.
Nuestro presente no ha quedado anclado a las tablas salvo en espíritu y deseo no cumplido, sino que camina de la mano de personas insustituibles y decenas de pares de ojos mirándonos con la curiosidad pintada. En cambio nuestro pasado siempre guardará pinceladas de esa pequeña realidad que nos atrevimos a pintar jugando a creer.
Gracias por darme hoy ese pequeño regalo envuelto en cientos de recuerdos.
Brooke & Peyton-From the heart
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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura
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