martes, 15 de octubre de 2013

Arte, Arte y Arte


Era tan sencillo dejarse llevar por el miedo a que todo aquello que un día fue la luz más pura se hubiese dejado atrapar por sombras demasiado coquetas. Tan sencillo, a la vez, dejar que los nervios atrapasen sus reacciones sumiéndola en un torbellino de risa incontenible y temblor de manos. Tan sencillo volver a vibrar con el mero recuerdo de aquellas primeras cinco notas que erizan la piel y explotan en luces que se vuelven un laberinto.
De pronto su mundo se volvió 1981 y viejas sensaciones, siempre amigas, volvieron a recibirla con el cariño y la dulzura de antaño.
El reencuentro con aquellos personajes resultó al mismo tiempo familiar y un grato descubrimiento. La familiaridad quedaba reflejada en dos ojos azules de mirada franca y la sorpresa en una amplia sonrisa que al cerrar los ojos es sencillo recordar.
Aquellos dos personajes volvían de pronto a mostrarse ante ella tan perfectos como antaño, viejos conocidos y llenos de pequeñas sorpresas. La ternura tomaba forma de nuevo, vestida con pantalones de pana y rasgados vaqueros después, esa voz rasgada que parece romperse con el golpe de cada nueva canción volvía a arrancarle una sonrisa y un suave suspiro con cada instante de silencio y cabeza gacha. La lealtad de un hermano menor que se borda en letras blancas a la espalda de una chupa de cuero volvía de nuevo, tantos años después, a hacer latir con fuerza su corazón oculto en una bolsa de papel marrón.
Y con su deje gamberro aparecía una grata sorpresa en los hoyuelos de una sonrisa de elegante porte y chaleco de cuero. Luz que tomaba forma en una voz tan limpia y clara como capaz de poner en pie al más duro crítico, una voz capaz de engrandecer hasta el alma más pequeña en su grito roto y de romper en lágrimas el rostro más serios mientras se desliza su espalda contra esa puerta cerrada. El dolor pintando a trazos suaves la nana susurrada a esa chaqueta sin dueño y la sonrisa nerviosa que escapa ante cada monólogo acelerado que conquista con sólo un guiño despierta el cariño hacia un personaje siempre ambiguo.
Volver fue una sorpresa, un grato recuerdo, la caricia de un viejo pasado y un nuevo destello de inspiración. Volver fue sentir de nuevo ese arte en mayúsculas.

Hoy no me puedo levantar (opening)










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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


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