El frío se acerca, dejándose ver desde el horizonte en una promesa de silencio y de calles en calma atrapadas por el sueño del invierno. Pero aun el otoño planta cara y resiste, el color convierte cada parque en una historia de cuento entre tonos ocres y naranjas, amarillos, rojos, marrones y algún verde. Los niños aun corretean, luciendo trencas azules verdes y negras; con las mejillas sonrosadas y las perneras del pantalón manchadas de tierra. Y las terracitas de los bares aun laten llenas de público que no se rinde al frío, cubriéndose con mantas prestadas a cuadros rojos, azules o verdes.
Todo el otoño es color e iluminación en sepia; un instante donde cualquier historia de cuento de hadas se permite el lujo de pintarse de pigmentos de realidad. Incluso aquella historia que queda escrita entre las burbujas que ascienden en una copa de cerveza, recuerdo efímero de aquellas tardes de cerveza en lata dorada en una misma habitación a pesar de tener entre ambos más kilómetros de los que se pueden contar.
Un placer volver a compartir contigo una cerveza un 25, y poder acompañarla con un brindis.
Klaus & Caroline-Rubik's cube
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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura
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