lunes, 20 de enero de 2014
31M *
El instante de encontrarme frente a frente con aquel niño que nunca quiso crecer se aproxima, puedo sentirlo en la piel, en los nervios que anidan en el fondo de una maleta que espera en silencio a tomar protagonismo, en unos billetes de avión que llevan tanto tiempo siendo míos que los puedo oír gritar desde el fondo del bolsillo pidiéndome que por fin les de uso.
Mi fin de semana, mi escapada a tierras londinenses se acerca y aunque mi mente no pueda sino pensar en ello, en cómo será y si lo disfrutaré, saco siempre un instante para pensar en esa pequeña estatua que de seguro sabré encontrar y que me llevará de nuevo a pensar en mi propio niño perdido. El detalle conmemorativo hacia una obra que encierra en su interior mucho más de lo que a simple vista se pueda descubrir, un canto a la inocencia que no es sino la perfecta representación de la fugacidad de la vida, el miedo a que se acabe y la fatalidad de esa ventana cerrada en la habitación de cada niño perdido.
Corre reloj, vuela hacia delante, con fe y polvo de hadas, que mi instante para recordar a mi propio duende sea en unos días frente a él, ese que le sabe cuidar.
Jesse & Leslie-Wake me up
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