martes, 26 de marzo de 2013

Y buscar de nuevo su mirada


Truena el cielo en la noche salpicada por la melodía de pequeñas gotas sobre el asfalto. La ciudad se pinta de azules y en el reflejo de las luces de los coches se refleja una realidad que hace suspirar el corazón de cualquier cofrade. Sobre los charcos vibran infinidad de lágrimas que caen del cielo cuando al umbral se acerca, levantada por cientos de emociones, la señora de Valladolid.
No cruza el umbral, su rostro se mece a oscuras con su rostro sereno y su mirada perdida entre gotas de lluvia, mientras el pueblo le canta y las voces se funden con promesas, pensamientos y ruegos que escapan de cada corazón como las gotas de agua lo hacen de las nubes.
Ella les escucha y en su mirada se encuentran las fuerzas para seguir siempre adelante a pesar de la penumbra.

Dulce madre, que especial es volver a verte cada año.










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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


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