jueves, 19 de diciembre de 2013

The place where everything's better and everything's safe


Un año marca de pronto el reloj, desde que un avión aterrizó en Barajas con historias que viajaban desde Finlandia con escala en Amsterdam.
Un año hace ya de toda esa aventura que duró cuatro meses que a día de hoy se me antojan un suspiro breve y quizá menos aprovechado de lo que debiera. Que no me volvería a ir sola, es cierto, que sigue en mi el gusanillo de volar lejos en compañía y descubrir nuevos lugares, nuevas experiencias y todo un mundo, también es verdad.
Pero en toda marcha, en toda distancia, la belleza se encuentra en la oportunidad de volver a pisar esa ciudad tan llena de vida y ritmo. Quizá no sea un emblema Europeo, ni ejemplo de prosperidad, respeto, profesionalidad ni buen hacer. Es cierto que no puede competir en historia con iconos del sur de Europa, ni en grandeza con el norte.
Pero si hay algo que tiene Madrid y que ninguna otra ciudad tiene, es que es mi hogar. Madrid sabe hacerme sentir en casa con sus calles llenas de ruido y gente egoísta. Sabe abrazar con su luz y sus edificios de belleza antigua.

Quizá algún día vuelva a coger un avión sin retorno previsto, pero Madrid nunca dejará de ser mi rincón favorito donde vivir.












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura



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