Echaba de menos la sensación de abrir un libro y que el lugar de sujetarlo que sean sus páginas las que te atrapen con la fiereza de las llamas sin dejarte escapar.
Ponerle voz a cada personaje y dejar que te cuente cada uno su historia, cada cual a su manera pues como no hay dos personajes iguales tampoco se repiten las historias y, aun menos, el modo de contarlas.
Personajes que cargan con el peso de cada página se vuelven viejos conocidos, a veces incluso amigos, y su historia trascurre con sencillez y bien hilada, como esa musiquilla de fondo en un café que acompaña cada instante siempre presente y sin resultar forzada. Otros se vuelven la sombra antagónica de aquel que emerge con la hegemonía del protagonismo, aquel coprotagonista cuyos hombros sostienen el ritmo que se espera de cualquier historia pero sin apenas darse a conocer, el elemento siempre presente al costado del protagonista, escudero en la batalla, agente anónimo cuya historia por misteriosa deja libre a la imaginación.
Y en tercer lugar, jugando entre líneas entre la luz protagonista y la sombra que le da brillo, aparece la chispa; aquella que prende la llama sobre la madera gastada. Filtros de color sobre un foco. Personajes cuya historia apenas se llega a perfilar y que se vuelven detontantes de cada cambio en el argumento.
Cada personaje tiene su historia, descubrirla es un placer para el paladar. Escribirla resulta todo un reto.
Peeta & Katniss-All I ever think about is you
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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura
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