Y de pronto llega septiembre un año más y con él comienzan las despedidas pues la realidad, como año a año desde que el colegio llegó a su fin, se torna un sin fin de viajes y deseos de cambio perdidos a lo largo del globo.
Cada senda sigue su curso allí a donde la lleve el destino y los que nos quedamos no podemos sino aprovechar cada último instante antes de alzar la mirada al cielo y despedirnos con las manos alzadas agitándose con la fuerza que le deseamos a cada rostro asustado que ve como la ciudad que le vio crecer se hace pequeña a medida que se alza el avión.
Nunca es sencillo decir adiós y, a medida que pasa el tiempo, a medida que vamos creciendo y nuestro círculo social se vuelve más estrecho y sólido, se vuelve aun más difícil. Pues cada una de las personas que se van se llevan una parte de ti consigo, un recuerdo, un pensamiento y el deseo de que encuentren aquello que están buscando.
Y a mi se me va parte de mi pasado, pilares importantes de mi historia más lejana, la que recuerdo siempre con más cariño. Se van buscando seguir creciendo, superarse a sí mismas, vivir al máximo atrapando oportunidades como mariposas al vuelo.
Se van dejando atrás un abrazo que queda guardado en la esquina de un bar del recuerdo, se van dejando atrás pequeñas lagrimas que funden el orgullo y la emoción, el cariño y la añoranza.
Se van para volver, sí. Pero se van y no por ello su vacío se nota menos.
Suerte en esta nueva aventura. Madrid os espera.
PLL-Crash and burn
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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura
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