jueves, 26 de septiembre de 2013

Inactividad neuronal, suplicio general


Dale al hombre la ocasión de opinar y te arrepentirás en cuestión de escasos segundos. La sombra de inteligencia intuída se esfuma en el momento en el que crecen las opciones que uno encuentra para poder hacer pública su opinión sin que nadie previamente le haya preguntado por la misma. Y es que en la mayoría de los casos lo que busca el hombre es protagonismo sin haber pensado siquiera en lo que su voz, o sus dedos, puedan estar pronunciando.
Se opina sobre todo y se entiende más bien de nada, desde la pelota golpeada del modo más mundano hasta las verdades ocultas de un proyecto que fracasa. Se opina por vicio y de forma compulsiva y se pierde el valor de la verdadera voz pues ya cualquiera, quién quiera que sea, tiene voto en asuntos de estado.
Y lo más curioso resulta que en un mundo donde la opinión es gratuíta y regalada en pack de seis con los yogures, nadie tenga el valor necesario para enseñar a futuros necios con verborrea aguda a reflexionar sobre la realidad y ver lo oculto más allá de lo evidente.
Y así acabamos, divididos por la opinión pública entre blancos y negros... o blaugranas y blancos... o rojos y azules... o rojiblancos y blancos; a gusto del consumidor, posicionándonos en la opinión sobre la que se espera de nosotros que estemos, sin entender muy bien sobre qué estamos hablando.

En definitiva, acabamos hablando mucho para hacer perder el tiempo a quién tiene el suficiente tiempo libre como para leernos.

Howard Wolowitz-Moves like Jagger










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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura

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