Apoyada sobre la barandilla en silencio y con la música repiqueteando en el corazón es sencillo detenerse por un momento y observar como el mundo sigue caminando sin llegar nunca a sentirse observado.
De pronto el verano no es más que el recuerdo vivo y reciente del sueño que se vio truncado al despertar. La luz de los colores vivos e intensos cubriendo apenas la piel se vuelve un recuerdo cuando la realidad parece pintarse de una tonalidad completamente nueva. Fuera el sol apenas brilla ya, oculto tras unas nubes blancas que copan el protagonismo con su lluvia suave e intermitente. Las hojas de vívido verde dejan paso al festín de colores pardos que invitan a esta nueva estación, explosión de color y fuerza que precede al sueño en blancos del invierno.
Y alrededor los pantalones cortos quedan guardados en un armario que no se volverá a abrir hasta el verano siguiente, en su lugar aparecen ya vaqueros largos, desgastados y rotos, que se pierden más allá de botas más o menos altas. Algún rezagado queda aun que se resiste a cubrir del todo sus pies, el sueño de las sandalias es difícil dejarlo escapar, yo lo entiendo. La piel su cubre y los tirantes dejan su lugar a mangas largas y chaquetas por encima; tonos parduzcos, verdes y azules en trencas finas y con capucha para días como hoy. Y aquellas largas melenas de pelo brillando bajo el sol se recogen ahora en una coleta alta que acaricia la suave tela de los pañuelos que ya se lucen al cuello.
Divertido resulta detenerse a observar por un instante la realidad y ver como esta cambia en un improvisado acuerdo de la noche a la mañana. Después aparece él y con su sonrisa y su camisa a cuadros hace desaparecer cualquier interés por otras realidades. Un duelo de orgullos en la antigua fórmula uno espera, ya habrá tiempo para pensar en el otoño.
Brooke & Julian-Where you are
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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura
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