Pasa el tiempo, las estaciones se suceden y viejos árboles de copa purpurea ven como sus ramas se llenan de flores pálidas una y otra vez para darle la bienvenida a la temprana primavera con ecos de sol y cambios a mejor. Flores que vuelan y tejen en suave seda alfombras de tenues rosas las aceras rotas de ciudades que escapan del silencioso invierno. De pronto en cada esquina se percibe, aun latente, promesas de un nuevo verano lleno de luz y color. La ilusión desplega de nuevo sus alas, las agita y limpia de polvo deseosa de alzar el vuelo una vez más. Y un corazón recuerda aquella larga noche con un cuaderno sobre sus piernas y un bolígrafo que ardía en su afán por atesorar en una sola metáfora todos su historia: la de un erizo que caminaba mirando al cielo, soñando con otras flores y nuevas brisas; y la de una flor a la que su viaje por el mar azul del cielo la hizo enredarse sobre el flequillo de aquel erizo.
Si aquel pequeño cuento pudo significar algo entonces, hoy sé que vivirá para siempre.
0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0
Préstame tus fuerzas, dame tu ternura
No hay comentarios:
Publicar un comentario