viernes, 14 de marzo de 2014

Your art matters, it's what got me here


La creación debería tener sentido en sí misma, toda acción de crear de la nada una realidad debería bastarse a sí misma para sentirse complacida, pero curiosamente no es así; nunca es así. Todo proceso artístico demanda unos ojos que lo admiren, una mente que lo entienda y un corazón al que llevar a sentir. Podrá sonar pretencioso pensar que el artista necesita de un público que le aplauda para sentirse realizado pero no deja de ser la realidad. Todo artista necesita que su arte signifique algo aunque tan sólo sea para una persona; parte la esencia de cada obra se encuentra resumida en ese sentimiento compartido.

Pasa el tiempo, las estaciones se suceden y viejos árboles de copa purpurea ven como sus ramas se llenan de flores pálidas una y otra vez para darle la bienvenida a la temprana primavera con ecos de sol y cambios a mejor. Flores que vuelan y tejen en suave seda alfombras de tenues rosas las aceras rotas de ciudades que escapan del silencioso invierno. De pronto en cada esquina se percibe, aun latente, promesas de un nuevo verano lleno de luz y color. La ilusión desplega de nuevo sus alas, las agita y limpia de polvo deseosa de alzar el vuelo una vez más. Y un corazón recuerda aquella larga noche con un cuaderno sobre sus piernas y un bolígrafo que ardía en su afán por atesorar en una sola metáfora todos su historia: la de un erizo que caminaba mirando al cielo, soñando con otras flores y nuevas brisas; y la de una flor a la que su viaje por el mar azul del cielo la hizo enredarse sobre el flequillo de aquel erizo.

Si aquel pequeño cuento pudo significar algo entonces, hoy sé que vivirá para siempre.













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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


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