domingo, 2 de marzo de 2014

A cada detalle su significado


No es cuestión de recordar cada viejo instante como merecedor de una historia que se traspasa de generación en generación. Como tampoco se trata de hacer perecer en el negro olvido cada momento como si mirar atrás nos hiciese perder de vista el porvenir.
A veces hay recuerdos que merecen su instante de inmortalidad en el tiempo, por si mismos apenas significan nada pero dan orden; pequeñas comas que dan alivio y respiro a un texto elegantemente redactado. Botones enfilados dando falsa armonía a un traje que se cierra con broches automáticos.
Aquella lejana tarde de marzo es uno de esos recuerdos que merecerán siempre una sonrisa mientras el autobús avanza y la mente se detiene en él, sin pretenderlo ni esperarlo, empapándose de la vida que otorga encontrarse de nuevo con un viejo recuerdo amigable.
Lejos de intenciones y consecuencias, de esperanzas desvanecidas y realidades que enfrentar a golpe de caracteres impresos. Lejos de rancio sabor a error con el que amanecería al día siguiente, aquel instante fue una chispa de esperanza que quedó escrito en una vieja cámara de seguridad.














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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


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