miércoles, 25 de junio de 2014

Ningún sueño es solo un sueño


Da comienzo una nueva cuenta que pasa del dos al uno, que parece que ocurre en retroceso cuando no puede avanzar mejor. Se cierra hoy en definitiva la cuenta del segundo aniversario y da comienzo la senda hacia el tercero que se escribe entre anécdotas y recuerdos; algo así como la infancia, que con más ilusión y ganas que cordura se enfrenta al mundo en pos de una ilusión y un sueño.
Y es por eso por lo que me gusta quererte como quiere un niño. Sencillo y sin complicaciones, dejando fluir lo innato del cariño por los fallos y los aciertos sin pretender crear una imagen de perfección inexistente. Pues al final yo soy yo, con mis dientes caídos que sonríen sin vergüenzas y mis rodillas raspadas de los caminos que he recorrido y las veces que en ellos me habré caído.
Innato, un sentimiento de los que se cocinan a fuego lento desde dentro y que estallan en sabor con la misma fuerza con la que rompe a brillar en cientos de chispas la ilusión en los ojos de un niño.
Leal, tejido en juegos compartidos, fantasías creadas y aventuras nuevas aun por descubrir.
Y puro, pues para querer no hay que tener pretensiones ni deseos egoístas, sencillamente hay que buscar ser uno con lo que dicta el corazón y dejar que la sinceridad cobre protagonismo en cada sonrisa y en cada cruce de manos.
Qué bonito es tenerte, aunque no desde siempre sí siempre que me quieras junto a ti.












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


lunes, 23 de junio de 2014

It's summer baby!


No hay un timbre estridente que se haga de rodar cuando las manecillas del reloj se acercan sin la suficiente celeridad a tal señalada hora. No hay chirriar de sillas arrastrándose contra el suelo de linóleo cuando el habitual silencio se torna en conversaciones superpuestas y barullo general. No hay tizas que se guarden para un nuevo septiembre ni última pasada del borrador contra la gastada pizarra. No hay manos que sacudan de la piel pigmentos blancos de antiguas lecciones ni gritos de despedida cruzando la puerta de salida.
En realidad lo único que hay es un tímido agradecimiento y un deseo de buena suerte. Y después tan sólo una piscina que por fin ha abierto sus puertas al público y los gritos de niños pequeños saltando al agua.
Como escenario de un suspiro que escapa tan sólo el Calderón olvidado de fondo, siempre reclamando más atención de la que pueda merecer. Lo demás es calma bajo los rayos del sol que se despide al atardecer. No es, ni de lejos, el final de curso que habría podido esperar meses atrás pero al menos es un final y el principio de un nuevo camino quién sabe si en la misma senda o en una distinta.












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


sábado, 21 de junio de 2014

Bailando entre venderse barato o al mejor postor


La realidad consume. Camina entre aceras ávida de nuevos instantes que devorar sin apreciar siquiera el sabor; de nuevas pieles que archivar sin detenerse a contar cada lunar; de bebidas y comidas que engulle sin sentirlas en el paladar; de rostros nuevos y conversaciones superfluas que tan sólo anota sin explorar.
No importan los medios pues la finalidad se resume en sumar, y la noche que difumina la línea de lo moralmente aceptable no hace sino intensificar esa vorágine que aumenta nuevos nombres en una lista vieja.
Es justo entonces cuando sencillamente te vendes, con ansias de novedad, con deseo de volver o huir, con afán por destacar, sin mirar atrás. Cuando te dejas conquistar por lo que entra por los ojos sin detenerse a satisfacer siquiera a los oídos, de lo demás ya ni hablamos. Cuando te vendes barato aun a pesar de que piensas que eres un lote vendido al mejor postor. Y todo por presumir de anécdotas que ni siquiera has llegado a disfrutar, por romper con la monotonía de lo habitual, por lapidar el pasado o sencillamente porque siempre es muy goloso sentirse deseada con una copa de espumoso en estudiada pose entre los labios.
Las lágrimas o la vergüenza que se vuelven en el camino con cada cual... eso, eso es lo que nunca se menciona en tan populares gestas.











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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


viernes, 20 de junio de 2014

36M *



Blanco, el color de cada mañana de viaje en autobús por esa larga calle aun por despertar. Con las notas de una canción tintineando en mis oídos, una suave voz femenina que promete una canción y palabras. Las copas de los árboles de aquel viejo Parque del Retiro apenas tenían ganas de agitarse, su despertar aun quedaba lejano. Y el sol apenas se dejaba entrever entre las nubes, pintando de pálido el cielo en ese instante en silencio entre la noche y un nuevo día. Blanco como las paredes de aquel viejo edificio que aparece difuminado más allá del cristal.

Naranja, una nueva mañana de trabajo, bostezos que se enfrentan cara a cara con sonrisas de formación profesional y un aula que se llena más si el día es de suerte. El color de ese largo pasillo, de los dibujos llenos de vida en sus paredes, de grandes números pegados en puertas de cristal. Cristal que separa ese instante donde una sonrisa que no se puede esconder se entremezcla con una respiración contenida, de un nuevo "Buenos días" que hace que se levante una mirada de un cubo poblado de colores.

Rojo de unas mejillas que pintan sus pecas de nuevo cada mañana; de una sonrisa que se escapa traviesa entre el orgullo de hacer las cosas bien; de un bolígrafo que pinta grandes tics y alguna que otra cruz un tanto más pequeña, perfección imperfecta. El fondo sobre el que se planta una huella, distintivo de una bata que pretende romper con la monotonía del blanco. Junto al amarillo el color de una bandera que rodea tu muñeca y también la mía, el color que se forma siempre primero en un cubo siempre presente.

Verdes son las expectativas que suben conmigo esas escaleras cada mañana, y la esperanza de un nuevo gran día al entrar y cerrar a mi espalda la puerta de cristal. Verdes son las paredes de la habitación número cinco, al fondo antes de llegar a control. Y las hojas de los árboles que te esperan desde el exterior, más allá de la galería. Verde el tallo de unas flores prometidas y la navidad en primavera, como verde es también el espíritu guerrero de un ángel con las alas rotas.

Amarillo, el color de la luz del sol que sorprende al salir al exterior terminada la jornada, la misma luz que intenta competir con mi propio brillo tras cada uno de esos días. Los paseos de vuelta a casa subiendo la calle Narváez sin más acompañamiento que la música y recuerdos recientes. Una frase que provoca una carcajada, un logro que causa un beso y la atención de toda la unidad así como un dibujo en la bolsa de la quimio. Un plato de pasta que arranca una lágrima sin ser un recuerdo triste.

Y azul. El azul del mar que rodea unas islas que te vieron partir y volver. El cielo desde donde aun hoy te puedo ver. La burbuja que llena una habitación llena de silencios, miradas tristes, frentes que se apoyan una en la otra y manos que se despiden con una caricia. Un jersey que se queda olvidado en un sillón, azul también, y que con dulzura ella lo dobla y lo guarda en el armario. Un tiburón al que no le gusta que le confundan con un delfín y una flota que sólo se hunde si la competencia es, entre risas, algo desleal. Una silla siempre esperándome para trabajar, de nuevo en la habitación número cinco... El color de cada lágrima que se derrama en silencio.

Seis colores, un cubo y una única despedida que nunca pronunció la palabra "adiós".
Hará tres años, el cielo me arrebató una tortuga, el tiempo no será capaz de robarme ni uno sólo de mis recuerdos.

Te quiero, Eloy


miércoles, 18 de junio de 2014

Conquistar la cima de una batalla perdida


Amanece una mañana más en un junio que se asienta en la comodidad de lo habitual. Un nuevo final palpita entre adoquines dispuesto a rubricarse en su página final, más allá de agradecimientos y merecidos créditos. Resulta curioso darse cuenta de cuanto han cambiado las cosas con apenas meses de diferencia, cómo de pronto viejos desafíos no parecen tan terribles y los acentos se atreven a cambiar. Supongo que en el fondo es cierto y los altos montes se van haciendo pequeños a medida que se van, poco a poco, escalando.
Hoy finaliza un riesgo tomado tiempo atrás, los frutos que dejan son de sabor dulce aunque de algún modo resulta triste recogerlos al fin. Nunca antes había llegado a disfrutar de esta manera con esa lengua maldita que protagonizaba pesadillas y ansiedad, y hoy de pronto se cierra una etapa de muchas mañanas siendo capaz de crecer en otro idioma con la sabia guía de quién se enamoró tiempo atrás de la enseñanza.
Me voy a la espera del resultado de un examen que me veía incapaz de cursar, con escritos que resultaba difícil pensar que pudieran salir de mi puño y letra y con la paz que deja pensar que lo he podido lograr.
Me voy contenta y con el dulce sabor de unos Lacasitos en la recámara.











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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


martes, 17 de junio de 2014

Smile!


Para protegernos de aquello que duele, de todo cuanto nos puede decepcionar, de lo incierto y de los golpes que esperan, creamos corazas.
Cruzamos los brazos ante el pecho y de estos emerge una barrera invisible a los ojos que marca nuestro perímetro de seguridad, ese que nos vuelve inmunes a las críticas o que dibuja una imagen de fortaleza que nos permite mantenernos firmes mientras algo se rompe por dentro.
Ampliamos cada día un poco más nuestro espacio vital y mantenemos fuera de nuestro círculo a cualquiera que se pueda acercar, creando capas sobre nosotros mismos, ocultándonos y volviéndonos evasivos con el paso del tiempo hasta que apenas nadie se puede acercar.
Generamos una máscara de escepticismo y feroz crítica ante lo sencillo por resultar banal, lo alegre por resultar ruidoso, lo común por resultar mundano y lo feliz por ser sencillamente imposible.

A veces nos protegemos porque tememos no ser más fuertes que aquello que nos golpea. Otras veces buscamos generar nuestro propio signo de identidad en torno a todo cuanto otrora sirvió para protegernos pues, de algún modo, esa forma de ser crítica y un tanto excéntrica nos vuelve únicos.

Los hay que son así, únicos en toda su esencia. Curiosos personajes.












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


domingo, 8 de junio de 2014

Just the way you are


La bruma de una noche explosiva se disipa entre los rayos de un nuevo sol. La resaca traicionera de una discusión a deshora causa estragos en un rostro que se arruga sin saber ya bien si lo hace por decepción, desilusión o cansancio. Ni siquiera las sábanas son cómplices de un espíritu que no quiere despertar y enfrentarse de nuevo a la cruda realidad.
Es entonces cuando platos y vasos tintinean al chocar entre sí y el orgullo se vence rápido, o se soborna con la dulzura de un crepe. En ese rostro se dibuja a medias el miedo, en pugna con la ilusión de ser suficiente y bastar para ganarse el perdón. Y todo en ella rezuma una sonrisa que se escribe en los versos de una discusión olvidada y una explosión de sentimientos de base sólida y carentes de impulsividad.
Y es que aun en las cuestas más abruptas haces que quererte resulte tan sencillo como respirar, un impulso innato que aunque pueda parecer lo contrario no se puede controlar.













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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura

sábado, 7 de junio de 2014

Yo casi que me quedo bajo mi mantita


Amanece el día entre cielos encapotados y hasta las nubes se antojan amenazantes cuando apenas ha salido aun el sol. Se trata del día perfecto para arrebujarse entre las mantas de la cama y no sentir en todo el día un solo rayo de luz. Y resulta que he de levantarme y enfrentarme a cinco largas horas de exámenes sin pausa que deben medir y establecer el nivel del que puedo presumir en lengua inglesa. ¡¡Y yo lo que quiero es acurrucarme y que me hagan mimitos!!
Por delante me espera un largo y tedioso examen de comprensión lectora en el que contestar preguntas relacionadas con textos que no siempre resultan entretenidos, encajar párrafos en su sitio y relacionar fragmentos con afirmaciones. El plan perfecto para cualquier tarde de verano, cómodo sencillo y de lo más excitante.
Tras esto dará comienzo la prueba más desafiante de todas, hora y media para redactar siguiendo las normas de estructura, coherencia, cohesión y adecuación un texto que responda a las preguntas formuladas en el estilo adecuado. Lo que cualquiera desearía.
A continuación se someterá a juicio la habilidad gramática rellenando huecos, eligiendo palabras en base a colocaciones y semántica y reescribiendo frases con expresiones muy concretas. Todo un lujo para el paladar.
Y de postre por si alguno aun se había quedado con hambre llegará la hora de poner a prueba la habilidad de escucha y comprensión auditiva con conversaciones ambiguas y de lo más tediosos.

Gran plan de sábado por la mañana. Que me dejen seguir durmiendo un ratito más.











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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


viernes, 6 de junio de 2014

Constantes vitales en calma


Saber que la tortura que me espera este fin de semana da comienzo hoy de buena mañana es hasta cierto punto aceptable. Sin duda podría no ser necesario pero estoy preparada como para poder con ello.
Que me atrapen como a un conejillo para dar comienzo al primero de mis cinco exámenes sin darme la opción a tomarme mi muy merecida y aun más necesaria cervecita fresquita no me hace especial gracia pero de acuerdo, cuanto antes empiece antes habremos acabado.
Saber que soy yo, de las tres, la que se va a tener que enfrentar a la prueba sin el apoyo de una compañera, y tener que convencer al jurado tanto como compenetrarme con un partner al que ni conozco ni sé bien por donde va vale, si puedo con esto podré con todo.
Que al salir y estar disfrutando de mi cervecita post examen con un buen sabor de boca y aparezca de la nada un señor que empiece a recitarme versos recién salido de épocas románticas que creen emular a Bequer resulta algo absurdo pero bueno, a quién no le sube la moral que le agasajen aunque sea de manera tan avergonzante.
Ir en busca de un libro y no encontrarlo entre la vorágine y el Caos en el que se ha sumido mi viejo Corte Inglés al cambiar de distribución la zona de la librería que me conocía tan y tan bien y que ni siquiera pueda encontrarlo en la Casa del Libro porque si el Corte Inglés es Caos este sitio es el Apocalipsis solo que sin jinetes aun y todo se puede tolerar pues me da la opción de darme un paseito hasta Fnac por la tarde.

Pero lo que no tiene cabida es que, después de que el día ponga a prueba a todo mi sistema emocional es que me empapelen la fachada de todo el dichoso centro comercial con un panel publicitario más grande que toda mi habitación y jueguen, con ello, a provocar a mis pobres y maltrechas hormonas. ¡Que una necesita concentrarse en el arduo desafío que le espera mañana!












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


Hasta pronto, pececillo


Sus dedos de uñas pintadas en dos tonos distintos de azul turquesa giraron la rueda del volumen que controlaba desde el pequeño reproductor de música que tenía el sonido de los cinco altavoces colocados en lugares estratégicos del local. El latir de la música inundó el lugar y ella, sin reprimir una sonrisa mientras se mordía el labio inferior, cerró los ojos y bailoteó en el sitio mientras sus manos atrapaban de las baldas a su espalda un par de vasos de cuello ancho. Al son de la música hizo saltar los hielos de la cubitera hasta atraparlos con el vaso en un tintinear que sonaba mágico cuando Madrid se sumía en la noche convirtiéndose en una jovencita ingenua a la que seducir y conquistar. Con dedos ágiles, mucha experiencia y la sensación de estar incluso disfrutando de aquello, se afanó en verter sobre el vaso el contenido final de una botella gastada de ron y abrir con la otra mano un botellín de cristal de Coca-Cola antes de unirlo y dejar que se mezclase con el ron suavizando su sabor.

El ruido parecía fundirse bien con la música, charlas insustanciales combinaban bien con grupos de chicas que se divertían bailando mientras ella seguía sirviendo copas sin fallo ni descanso, sacando un segundo incluso para dedicarles sonrisas condescendientes a aquellos clientes más interesados en las manos que servían su copa que en la propia copa en sí. Eran muchas las noches que cargaba sobre sus hombros, quizá demasiadas para su corta edad, suficiente era la experiencia que tenía sabiendo lidiar con el líder de la manada; siempre había uno, en todos los grupos de amigos conformados enteramente por hombres, era el cabecilla al que todos secretamente admiraban o envidiaban, el que se acercaba a ella con descaro e intentaba captar su atención con conversaciones insulsas como un depredador que busca adormecer a su presa antes de atacar. Los conocía bien, sabía detectarlos, sabía sonreír en momentos precisos para no perder clientes en el local debido a una anfitriona demasiado desagradable, y sortear con elegancia los comentarios que podían atraparla en un callejón sin salida. En definitiva, sabía nadar bien en esas aguas llenas de corrientes.

Escuchó los comentarios que pretendían sonar graciosos al escapar de entre los labios de aquel chico que esperaba su copa encaramado a la barra. Ella esbozó sonrisas ocasionales sin dar demasiado pie a que la conversación continuase e incluso le permitió que cogiese su mano y le hiciese dar una vuelta sobre sí misma siguiendo el ritmo de la música, con más torpeza de destreza como bailarina. Terminó la copa, se la tendió y una vez cobrada el chico no vio más salida que dar las gracias y despedirse liberándola por fin de su asedio.
Agachó la cabeza y sonrió para sí misma, pues lo cierto era que se divertía con la situación. Y cuando alzó el rostro de nuevo se encontró con esos ojos grises que conocía bien, clavados en ella ignorando las bromas soeces de su grupo de amigos. La sonrisa en su rostro se amplió y él alzó la copa de la que bebía hacia ella felicitándola por haber escapado de un nuevo anzuelo, uno de tantos cada noche. Acabó la copa, la posó en un lateral y siguió a sus amigos de camino a la salida del bar sin que ella le perdiese de vista hasta que salieron por la puerta doble y estrecha del local.
No le escuchó pero le leyó los labios y su despedida le hizo morderse el labio para reprimir una nueva sonrisa.

'Hasta pronto, pececillo'













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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


martes, 3 de junio de 2014

Entre la bruma del sueño y escasas luces de realidad


Sonaban ecos de fiesta en la ciudad ardiente, el cielo brillaba limpio entre la vorágine que rodeaba a una fiesta de pompa y artificio que aspiraba a brillar más incluso que el sol, y la multitud parecía esperar a que algo fuera de lo común fuese a acontecer.
Un coche avanza surcando las calles atestadas con destino fijo. El conductor observa a su alrededor mientras sus dedos repiquetean sobre el volante una melodía distraída, es entonces cuando su mirada observa de pasada el viejo retrovisor, y al ser captada su atención vuelve a fijarse en la pareja que descansa en los asientos de detrás en absoluto silencio.

El codo apoyado en el saliente de la ventana y sobre la mano se apoya la mejilla mientras su mirada de ojos claros va dejando atrás edificios conocidos sin pronunciar palabra. Por una rendija entra una suave brisa que le despeina el flequillo aunque él apenas le da importancia pues su mente se ha perdido en mundos por entero inalcanzables.
Ella va recostada sobre su pecho, de aspecto frágil y semblante cansado, como una flor delicada atrapada en un jarrón y lejos del lugar al que pertenece. No duerme aunque sus ojos permanezcan cerrados, deja que los latidos de ese corazón calmen sus enmarañados pensamientos mientras siente contra el brazo una caricia distraída, las yemas de los dedos que suben y bajan recorriendo la piel de su brazo en un dibujo abstracto. Ninguno presta atención al otro, y aun así la complicidad en sus gestos queda patente en el reflejo del espejo que dibuja una sonrisa en el rostro del conductor. Resuena el eco de un cumplido ante tan hermosa pareja y la realidad se hace presente en la mente de los dos jóvenes; una realidad imposible e hiriente que rompe la caricia y da el golpe de gracia con la cruel aclaración.
El conductor carraspea y vuelve su atención a la carretera, ella se incorpora en silencio fingiendo una sonrisa que no siente y él vuelve a mirar hacia el exterior apretando con fuerza el puño donde aun siente la suavidad de la piel que había acariciado.

Se alzaba de pronto ante ella un gigante de rostro burlón que traía consigo sentimientos salpicados de miedo y tensión; como si la realidad en la que se viese inmersa pareciese reírse de ella  por encontrarse sola y desamparada entre tal multitud. Alrededor veía rostros conocidos, expresiones amigas que la recibían con cariño al verla aparecer. Pero tan sólo un rostro captaba su atención. Siempre a escondidas y desde la distancia esos ojos claros parecían buscarla sin atreverse a dejarla escapar y sin valor para acercarse de nuevo a ella. Nubes de hielo planeaban entre ellos, tan ajenos a la multitud que les rodeaba como lo eran ellos a la razón por la cual estaban allí.

Ataviada con tan engalanado atuendo aquella vieja conocida se hace por fin con tan anhelado protagonismo y el mundo se vuelve hacia el pedestal desde donde se eleva aparentemente dispuesta a hablar. Toda atención está vuelta hacia esa falda acampanada con motivos florales cuando una mano se posa suavemente sobre su hombro y él se vuelve sobresaltado. La ve en pie frente a él, mirándole más allá del suave manto de sus pestañas sobre los ojos tan oscuros como misteriosos, guardando infinidad de secretos que apenas se pueden mencionar. Siente su corazón latir desbocado y lamenta entonces aquellas cervezas de más que los nervios parecen haberse bebido por él pues el influjo del alcohol le hace incapaz de pensar con claridad. En un susurro apenas audible le pide que se quede con ella, que no la deje sola entre aquella ajena multitud y él, sin saber si por remordimiento o por embriaguez la atrae hacia él en un abrazo estrechándola contra sí.
Ella alza el rostro y de pronto cualquier ápice de razón que pudiese quedar en él se esfuma con un soplido del viento dejando tan sólo esos labios entreabiertos como foco de atención. Se inclina con suavidad, con pasos medidos y facilmente previsibles para detenerse a escasos centímetros de ese rostro inocente que le mira como un ratoncillo asustado. Los dos se quedan inmóviles, a la espera de un valor que no llega, pagando con deseo el miedo a cualquier repercusión.
Ella cierra los ojos sabiendo que su oportunidad ha pasado cuando la coherencia se hace de nuevo dueña de sí misma. y él suspira sintiendo los músculos de su espalda tensarse en un latigazo. El fantasma de aquel beso perdido anida entre ellos y lo que quedaba de aquel abrazo se esfuma cuando ella da media vuelta y se aleja avergonzada.

El la observa mientras se marcha, maldiciendo en voz baja, cargando contra sus propias decisiones, acallando en su mente entre gritos la frase que vibra entre sus labios. Ya no queda nada, la ha dejado escapar y no sabe si alguna vez volverán a encontrarse.


Da gusto cuando la mente de una le regala en sueños una película tan bonita.











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De blanco, con moño italiano y velo bajo


De corte sirena con corpiño ceñido, escote palabra de honor, recogido lateral y sin velo; en una ceremonia al aire libre por la tarde, con tantos invitados como el bolsillo pueda permitirlo; en el inmenso comedor de un hotel en la capital.
Con un pronunciado escote en uve y las mangas confeccionadas en encaje, ceñido al pecho y de falda holgada con cola cerrada en círculo atada a la muñeca, recogido alto y el velo de gasa cayendo sobre los hombros; en una ceremonia en una iglesia a orillas del mar, no muy concurrida, humilde pero con significado; en una carpa montada en los jardines de algún club deportivo.
De corte griego con la espalda al descubierto con sencillos adornos en plata cruzando de lado a lado, escote asimétrico y falda plisada cayendo en cascada acabando en una sencilla cola, el pelo recogido y con una tiara triple encuadrando el rostro; en una ceremonia discreta con los más allegados; en el restaurante de un viejo conocido.
Con escote caído e ilusorio confeccionado en encaje cubriendo el corpiño y los brazos en manga francesa, entallado y sencillo hasta la cintura y cayendo en una falda lista algo más voluminosa, con recogido italiano y velo bajo y unos vistosos pendientes en lágrima balanceándose sobre los hombros descubiertos; en una ceremonia en la pequeña capilla de un colegio que guarda los recuerdos de una niña jugando entre arena; en el restaurante de un viejo caserón de paredes de piedra y chimeneas en desuso.

Hay tantas posibilidades como significados trae consigo pues no para todos significa lo mismo. Los hay para los que no significa nada en absoluto antojándoseles tan trivial como innecesario; tan solo pompa engalanada y derroche de dinero. Otros cuyo significado reside en la propiedad, declararse uno del otro y poner un futuro en común entre ambos, innecesaria también cualquier celebración fastuosa pues el significado que trae consigo no requiere en absoluto de un acto solemne. Para otros es la oportunidad de lucirse, de ser el centro de atención por un día y proclamar ante el mundo un amor que apenas llegará a durar unos meses. Y para otros es el significado de una promesa ante oídos que no saben escuchar y eso no necesita espectáculo pero sí algo de solemnidad.
Para mí no sé realmente qué pueda significar, supongo que por como soy, por el hecho de que me gusta el arte en toda su esencia como modelo de expresión, es un punto de inflexión que necesita cierta relevancia sin que esta suponga falsa presuntuosidad, instantes con significado que acompañen a ese cambio, a ese nuevo recuerdo en el álbum de fotos de una vida. Es importante la verdad, y muchas veces me pregunto hasta que punto sería capaz de plantearme la posibilidad de renunciar a ello o si hacerlo no sería renunciar a parte de lo que soy.












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura