martes, 17 de junio de 2014

Smile!


Para protegernos de aquello que duele, de todo cuanto nos puede decepcionar, de lo incierto y de los golpes que esperan, creamos corazas.
Cruzamos los brazos ante el pecho y de estos emerge una barrera invisible a los ojos que marca nuestro perímetro de seguridad, ese que nos vuelve inmunes a las críticas o que dibuja una imagen de fortaleza que nos permite mantenernos firmes mientras algo se rompe por dentro.
Ampliamos cada día un poco más nuestro espacio vital y mantenemos fuera de nuestro círculo a cualquiera que se pueda acercar, creando capas sobre nosotros mismos, ocultándonos y volviéndonos evasivos con el paso del tiempo hasta que apenas nadie se puede acercar.
Generamos una máscara de escepticismo y feroz crítica ante lo sencillo por resultar banal, lo alegre por resultar ruidoso, lo común por resultar mundano y lo feliz por ser sencillamente imposible.

A veces nos protegemos porque tememos no ser más fuertes que aquello que nos golpea. Otras veces buscamos generar nuestro propio signo de identidad en torno a todo cuanto otrora sirvió para protegernos pues, de algún modo, esa forma de ser crítica y un tanto excéntrica nos vuelve únicos.

Los hay que son así, únicos en toda su esencia. Curiosos personajes.












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


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