miércoles, 25 de junio de 2014

Ningún sueño es solo un sueño


Da comienzo una nueva cuenta que pasa del dos al uno, que parece que ocurre en retroceso cuando no puede avanzar mejor. Se cierra hoy en definitiva la cuenta del segundo aniversario y da comienzo la senda hacia el tercero que se escribe entre anécdotas y recuerdos; algo así como la infancia, que con más ilusión y ganas que cordura se enfrenta al mundo en pos de una ilusión y un sueño.
Y es por eso por lo que me gusta quererte como quiere un niño. Sencillo y sin complicaciones, dejando fluir lo innato del cariño por los fallos y los aciertos sin pretender crear una imagen de perfección inexistente. Pues al final yo soy yo, con mis dientes caídos que sonríen sin vergüenzas y mis rodillas raspadas de los caminos que he recorrido y las veces que en ellos me habré caído.
Innato, un sentimiento de los que se cocinan a fuego lento desde dentro y que estallan en sabor con la misma fuerza con la que rompe a brillar en cientos de chispas la ilusión en los ojos de un niño.
Leal, tejido en juegos compartidos, fantasías creadas y aventuras nuevas aun por descubrir.
Y puro, pues para querer no hay que tener pretensiones ni deseos egoístas, sencillamente hay que buscar ser uno con lo que dicta el corazón y dejar que la sinceridad cobre protagonismo en cada sonrisa y en cada cruce de manos.
Qué bonito es tenerte, aunque no desde siempre sí siempre que me quieras junto a ti.












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


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