lunes, 27 de octubre de 2014

Veintisiete pintado de verde


Suave verde, el color que inunda el paisaje con su manto al llegar la primavera, salpicando la mirada de suaves pinceladas de color entre toda la maleza cuando el coche avanza por viejas carreteras en rumbo a un destino sin nombre y con la música resonando suave en oídos soñadores que se dejan llevar a ese otro mundo que solo vive en nosotros.
Verde es el pequeño brote que nace entre algodones en un vasito de cristal que otrora fue un yogur natural. Un inocente experimento escolar que sabe como llamar la atención cuando aparece, que atrae a ese corrillo de niños que esperan impacientes a que su pequeña plantita siga creciendo. Un brote que nace de lo poco probable pero en condiciones óptimas, regado con cariño inesperado entre aroma a material escolar y libros.
Verde el jersey que envuelve y protege de un frío totalmente inesperado cuando el sol aun tan sólo está empezando a salir por el horizonte. El abrazo que llega y reconforta aun sin ser esperado, que arranca una sonrisa tímida al alzar la mirada y se recompensa con una caricia ascendente.
Verde la chispa que arranca el sol por la mañana en esa mirada tranquila y tímida, Un choque fraternal de puños y una sonrisa siempre esperada, agradable y amistosa. Verde como la confianza que poco a poco brota, como las alas de un hada que representan la más tierna infancia, como esos dos ojos grandes en un rostro tierno e inocente de quien corretea por el patio y el babi le viene grande.
Verde, el color de la esperanza y de una nueva ilusión que se despierta conmigo cada mañana. El color de esa línea de metro que me recorro prácticamente entera a diario de camino a ese sueño que poco a poco va cobrando carices de realidad.












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura

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