Lo cierto es que, al final, te das cuenta de que no hay tanta diferencia entre ambas ciudades y que frente al rojo que carece ciertamente de protagonismo brilla por doquier la luz del sol en un cielo claro... o al menos así debería ser, si no fuese porque hasta la atmósfera se atrinchera en mi contra trayendo consigo añoranza.
No obstante ojalá el reloj de arena pudiese caer hacia atrás, devolverme de nuevo a ese instante caduco en el tiempo donde todo era un mundo nuevo por descubrir y fotografiar.
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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura
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