viernes, 25 de julio de 2014

Ningún niño debería crecer jamás


Ruge suave el viento más allá del cristal, agitando la copa de las palmeras que rompen como pequeñas gotitas en verde con la monotonía de la sombra tostada. La noche apaga el brillo azul del mar y la luna que riela sobre la superficie cobra todo el protagonismo en un lugar donde la luz artificial acaba por ser más bien escasa. Tan sólo la calidez de la luz del hogar hace sombra a una imagen de belleza tan fría cuando el estómago queda saciado y la televisión regala una película que trae de vuelta la niñez ajena, que no la propia.
Poder disfrutar de estos pequeños instantes acurrucada sobre su pecho sin darme siquiera cuenta de la fecha que marca el calendario se vuelve sin esperarlo como un pequeño tesoro, pues aquel animalillo sin dientes que copa el protagonismo de la pantalla trae consigo recuerdos no tan dulces que resultan más livianos si cargo con ellos a tu lado.
Que me permita pues el mundo cerrar los ojos y congelar el tiempo en este instante, aunque signifique cerrar la cuenta en dos más dos, pues envejecer nunca fue sano y me gusta disfrutar contigo de la niña que aun vive en mi.












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


miércoles, 23 de julio de 2014

Y aunque nada sea como antes siempre es bonito echar la vista atrás


Sin quererlo ni buscarlo me sorprende la vida con su peculiar ironía al dirigirme a una vieja carpa para disfrutar en directo de la voz que diez años atrás supo cautivarme de la forma que tan sólo una adolescente carente de experiencias se deja cautivar.
Se dice que diez años no es nada pero me doy cuenta de que esa nada no volverá jamás a ser como antes, y aunque resulte enternecedor a su manera el volver encontrarle ya no es tan significativo escuchar su insoportable. Ya no hay recuerdos fáciles de evocar a la memoria con tan solo escuchar las primeras notas de una más que trillada canción, tampoco hay historias que se sucedan en la imaginación al compás de sus letras. Y aunque las ganas de volver a disfrutar sigan por siempre intactas esa foto en blanco y negro se ha vuelto de un sepia ajado y viejo.
Su voz sigue siendo la misma aun a pesar de haber ganado en un exceso de melancolía y dolor presente, y el recuerdo arranca una tenue sonrisa de la parte de mí que aun es un poquito adolescente cuando esos sueños vuelven a ser de verdad aunque no vayan a contracorriente.
Y es que la realidad es que el tiempo nos salió caro y se llevó consigo nuestra parte emocional.












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


Y en mi haber de nuevo los azules más vivos y los verdes más limpios


Aterriza el avión cuando el día apenas ha empezado a despertar. Ese supuesto paraíso de luz y color nos recibe con el cielo encapotado y un manto de fina lluvia que más que limpiar parece empañar el comienzo de unas nuevas vacaciones. Y entonces una duda pues ya no sabe bien si acaba de bajar del avión en tierras canarias o si en realidad lo que ha hecho ha sido cruzar en coche el Negrón para ser recibida por el orbayu que le espera diez días después.
La historia cambia con el paso de los días y la luz vuelve a destellar en la limpia superficie de ese océano que atrapa los colores más bellos que yo me haya encontrado jamás. Sus olas cristalinas son surcadas por cientos de tablas en pos de un nuevo vuelo de cometa que rompa en gotas de agua, sal y adrenalina en su punto más alto antes de volver a caer y seguir su carrera a capricho del viento.
Y los días se suceden en la mejor compañía, aun a pesar de que al cruzar esas puertas renazca el niño que todos llevamos dentro y las quejas se tornen constante habitual en su ser.
Dan comienzo mis segundas vacaciones de este precioso julio cargado de aventuras. Veremos a ver qué es lo que nos depara el destino entre suaves dunas tostadas y verdes y azules cristalinos.












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


domingo, 20 de julio de 2014

37M *


La calma se asienta alrededor cuando los días pasan regodeándose en su estatus de tierra de nadie. Instantes de espera en los que la realidad apenas se ha adaptado a la vuelta y ya vibra esperando una nueva marcha que se hace patente con el paso de los minutos. Un nuevo destino espera en cuestión de días, nuevos mares y nuevas tierras de las que disfrutar cuando aun siguen tiernos en la memoria los recuerdos de la caricia del mediterráneo y sus bailes.
Repica como un ritmo de base la impaciencia de la espera cuando mi mente se detiene un instante y mi mirada se alza hacia un cubo de colores que corona mis noches y cuida de mis días. Junto a él, no demasiado lejos, el retrato de una tortuga moteada se concentra en ese rompecabezas que no llega a acabarse jamás. Y colgando de mi pared entre cientos de otros recuerdos, se alzan imágenes que guardan también pedacitos de él; aquellos que difícilmente se olvidan.
Él es la calma entre mis tempestades, la escucha siempre silenciosa de cientos de mis desvaríos e historias. Él es la tempestad en mi calma, aquella que atravesó sin dar tregua cada centímetro de mi corazón y se instaló para quedarse.
La lágrima que rompe y se derrama cuando los recuerdos resultan abrumadores y la ausencia dolorosa; la sonrisa que surge después al saber que previo a la ausencia fueron vivencias de lo más dulces las que se fueron acumulando.

Un veinte más que pasa entre maletas aun por hacer. Un veinte más que aunque lo intente no te olvido.





viernes, 18 de julio de 2014

Y que bailar a Bisbal al borde del amanecer sea hasta divertido


La noche se cierne sobre Madrid y un peculiar grupo de apenas desconocidos se junta con un mismo propósito. A veces la mera búsqueda de diversión no es mala y te otorga instantes que además de curiosos se tornan un bonito recuerdo.
Gente que se encuentra sin más exigencia que la compañía y que pierde sin dificultad alguna prejuicios y opiniones preconcebidas por el bien de una noche más de aquellas que se catalogan como memorables.
El calor del verano madrileño aprieta y al hielo de los vasos apenas le da tiempo a derretirse antes de quedarse sin líquido a su alrededor. La pompa y el adorno previo se pierde, el pelo se recoge y danza en cada vuelta y ni los tacones resultan realmente molestos cuando el contexto sabe llevar el paso.
Pasan las horas atrapadas entre flashes de fotografías, cambia la música hacia otras épocas donde todos eramos más jóvenes e inocentes. Y también esa música se baila pues al final lo que cuenta es pasárselo bien y olvidarse de la posibilidad de hacer el ridículo.
Que bonito resulta dejar a Madrid que amanezca en compañía cuando el camino conduce hacia unos churros en San Ginés con agujetas en todo el cuerpo y una suave sonrisa de satisfacción.












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


miércoles, 16 de julio de 2014

Una vela que se apaga, un deseo que regresa al mar.


Se escucha de fondo el viejo canto de las olas embravecidas golpeando arena en su constante romper, el mar de pronto parece nervioso, como si algo estuviese fuera de su lugar. Risas frescas llegan desde la lejanía acariciadas por los últimos rayos de un sol que carece de fuerzas, que se oculta más allá de las montañas que desdibujan el horizonte.
Y en la arena cálida y tostada por el sol una mano de uñas de colores dibuja una vela a orillas del mar. Una vela que aun no se ha soplado pero que el cielo, con su luna regia observando al mundo, pronto lo hará. Y entonces un deseo será lanzado al viento, el deseo de un ángel joven que ha aprendido a cuidar en la distancia, un deseo que brillará convertido en una nueva estrella de las que brillan en lo alto del cielo.
Un año más esa extinta vela se apaga y mi estrella favorita, esa que es de chocolate, cumple un año más aunque su apariencia en el recuerdo nunca cambie. Hoy el día se llena de ese aura de instante único y especial que vibra en los corazones de aquellos con la suerte de verse atrapados por esa mirada pecosa.

Feliz cumpleaños pequeña tortuguita, que el día brille con tu luz.





jueves, 10 de julio de 2014

Érase una vez el instante en el que el mundo estuvo al borde de la extinción


Érase una vez, según cuenta una más que vieja leyenda, que se escuchó a altas horas de la madrugada el tintineo de un teléfono móvil anunciando la llegada de un e-mail. Fácil habría sido ignorarlo deliberadamente, dar media vuelta y sumirse de nuevo en el sueño, pero la curiosidad es traicionera y entre las brumas de la noche una mano alcanzó el pequeño dispositivo e iluminó su pantalla.
El corazón dio un vuelco y empezó a latir contra los oídos con la fuerza de un ciclón. Ahí estaba el tan temido texto que anunciaba que una calificación esperaba entre datos y más datos, perdida en la nube, a ser alcanzada por su dueña.
Fue entonces cuando la noche se tornó caos y la imposibilidad de dar con la respuesta a mi gran interrogante, el resultado del trabajo de todo el año, un sí o un no, una calificación que significaba mucho más que un número. Los minutos caían sonando con eco en la parte trasera del cerebro, acelerando las constantes vitales a medida que la calificación se tornaba a cada segundo más esquiva. Aun ni siquiera se explican los sabios como fue capaz de conciliar el sueño entre tanta incertidumbre.
No fue hasta la mañana siguiente, cuando los primeros rayos del alba la despertaron, que pudo conseguir por fin abrir el documento con manos trémulas y el corazón a punto de salir huyendo en busca de un instante mejor.

Sólo habría faltado que las noticias que tan esquivas habían resultado hubiesen sido, además negativas. La onda expansiva que aquella situación habría provocado habría resultado devastadora para la humanidad sin la menor duda. Por suerte no fue así, por suerte el número fue el esperado, superior a ese sesenta por ciento que marcaba el límite.
Contuvo el grito pero no así la expresión de júbilo y felicidad pues, aun a pesar de las dudas, lo había conseguido.
Es hora de buscarse nuevos retos.











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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


lunes, 7 de julio de 2014

Sol del Mediterráneo bañando con su calor la piel


Ha llegado el momento, la maleta está ya cargada de bikinis y ganas de descansar; libros, ensoñaciones, música e imaginación llenan los bolsillos; y hasta el viaje en coche para llegar se antoja breve y sencillo.
La caricia gentil de las aguas del Mediterráneo me esperan, las largas horas de lectura bajo su baño de sol se pueden ya acariciar con la yema de los dedos, la brisa marina parece ya ondear mis rizos y la curiosidad por volver a estar en ese pequeño pueblo y detectar sus cambios puede con cualquier otro pensamiento.
Es un placer pensar que los próximos diez días van a estar llenos de calma y paz y que las tardes se van a perder entre el teclado de mi viejo compañero dando rienda suelta a una historia más abandonada de lo que me gustaría.
No veo el momento de llegar, no veo el momento de meter los pies en el agua y declararme oficialmente apagada o fuera de cobertura hasta nuevo aviso.

¡Ahí te dejo, mi querida Madrid!












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


viernes, 4 de julio de 2014

Improvisación una noche de jueves cualquiera


La noche se cierne sobre la ciudad y el ruido de músicas estridentes empiezan a retumbar más allá de cientos de puertas que llevan a una realidad que dista mucho de aquella que se vive en las aceras.
Cualquier momento es siempre bueno para disfrutar de una cena en agradable compañía, y aun mejor para un mojito a cuenta de la casa entre bromas bienintencionadas y ganas de romper con la monotonía laboral.
Qué cómodo resulta a veces dejarse envolver por el embrujo de una noche más, una que se va improvisando sobre la marcha con viajes distraídos en metro y paseos por un Madrid de fiesta y farolillos cruzando de lado a lado de cada acera.
Pues hay días que sencillamente salen bien y entonces ni siquiera los lugares que se evita frecuentar resultan tan pesados, aun a pesar de que monos de chaqueta rosa se contoneen sobre la barra buscando atención. Hay días en los que es muy sencillo reír y dejarse llevar, disfrutar de compañías perdidas años atrás y otras recién encontradas. Y después volver a casa y al acostarse y cerrar los ojos sentir que la sonrisa difícilmente se borra.
Hay noches en las que, sencillamente, Madrid es muy divertida.












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


jueves, 3 de julio de 2014

Chispas tras la barra de un bar


Perdida entre el tráfico que avanza despistado por entre las calles de un Madrid que siente en la piel la caricia de un nuevo atardecer caer sobre los viejos edificios, estalla de pronto la chispa de una nueva idea. Apenas un pequeño bebé que ni siquiera ha perfilado los más sencillos detalles de quién puede llegar a ser pero que se deja seducir por las promesas de cientos de posibles instantes que se dibujan en una mente que la imaginación ha enamorado.
Es entonces cuando como un fogonazo la llamarada de inspiración te atrapa sin darte tiempo a pestañear si quiera y ese camino a ninguna parte se vuelve clave. Un cúmulo de ideas apenas perfiladas que van tomando forma como en una fuente interminable de archivos que un niño curioso va abriendo sin criterio ni paciencia para descubrirlos del todo.
Es así como la ilusión por un nuevo proyecto anida en la mente y no escapa nunca hasta que deja su lugar al orgullo por el proyecto logrado. Es así como ideas inconexas se entrelazan en una red aun sin un dibujo geométrico claro.
Es entonces cuando tres chicas y un bar tienen sentido, aunque aun no sepa muy bien en qué contexto.











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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura