miércoles, 23 de julio de 2014

Y aunque nada sea como antes siempre es bonito echar la vista atrás


Sin quererlo ni buscarlo me sorprende la vida con su peculiar ironía al dirigirme a una vieja carpa para disfrutar en directo de la voz que diez años atrás supo cautivarme de la forma que tan sólo una adolescente carente de experiencias se deja cautivar.
Se dice que diez años no es nada pero me doy cuenta de que esa nada no volverá jamás a ser como antes, y aunque resulte enternecedor a su manera el volver encontrarle ya no es tan significativo escuchar su insoportable. Ya no hay recuerdos fáciles de evocar a la memoria con tan solo escuchar las primeras notas de una más que trillada canción, tampoco hay historias que se sucedan en la imaginación al compás de sus letras. Y aunque las ganas de volver a disfrutar sigan por siempre intactas esa foto en blanco y negro se ha vuelto de un sepia ajado y viejo.
Su voz sigue siendo la misma aun a pesar de haber ganado en un exceso de melancolía y dolor presente, y el recuerdo arranca una tenue sonrisa de la parte de mí que aun es un poquito adolescente cuando esos sueños vuelven a ser de verdad aunque no vayan a contracorriente.
Y es que la realidad es que el tiempo nos salió caro y se llevó consigo nuestra parte emocional.












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


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