lunes, 7 de julio de 2014

Sol del Mediterráneo bañando con su calor la piel


Ha llegado el momento, la maleta está ya cargada de bikinis y ganas de descansar; libros, ensoñaciones, música e imaginación llenan los bolsillos; y hasta el viaje en coche para llegar se antoja breve y sencillo.
La caricia gentil de las aguas del Mediterráneo me esperan, las largas horas de lectura bajo su baño de sol se pueden ya acariciar con la yema de los dedos, la brisa marina parece ya ondear mis rizos y la curiosidad por volver a estar en ese pequeño pueblo y detectar sus cambios puede con cualquier otro pensamiento.
Es un placer pensar que los próximos diez días van a estar llenos de calma y paz y que las tardes se van a perder entre el teclado de mi viejo compañero dando rienda suelta a una historia más abandonada de lo que me gustaría.
No veo el momento de llegar, no veo el momento de meter los pies en el agua y declararme oficialmente apagada o fuera de cobertura hasta nuevo aviso.

¡Ahí te dejo, mi querida Madrid!












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


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