lunes, 26 de agosto de 2013
Believe that dreams come true every day. Because they do.
Hay finales perfectos y otros que dejan en los labios un amargo sabor de boca. Hay quién considera que para que un final sea sublime debe dejar el corazón latiendo con fuerza y las mejillas llenas de regueros de lágrimas, otros opinan que la emoción no es necesaria para que un final sea el final perfecto; tan sólo es necesario una conjunción perfecta de situaciones que se suceden. Yo opino que un final no es un final si el hilo perfecto de escenas entrelazadas no acelera el corazón pues toda situación que provoca emociones genera un cambio en el espectador.
Quizá este final no fuese el pactado, quizá fue un error continuar o, por contra fue todo un acierto. Pero para mí es esta la rubrica perfecta para esa historia que ocurre más allá de una gastada cancha del río. Una historia que invita a creer en los sueños porque estos se cumplen cada día.
A lo mejor no son sueños grandes, a lo mejor el sueño que te impulsa a seguir es el de despertar cada mañana y ver ese rostro dormido justo frente a ti. A lo mejor es el sueño de crecer poco a poco, desafiarse y salir airoso, ayudar a crecer a otros. O a lo mejor los sueños son más grandes y están entregados a aquello que sana el corazón; ya sea el arte, la música o las palabras.
Una historia que cree en los sueños, que lucha por los finales felices porque a veces en la vida estos existen, y que por bandera lleva su fe en el amor pues es este la única fuerza que nos vuelve capaces de cualquier cosa.
Quizá no será la historia perfecta, quizá no sea ni siquiera racional, pero es aquella con la que he crecido y no me gustaría que fuese otra.
OTH-The hardest part of saying goodbye
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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura
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