Siempre, desde niña, me ha encantado el descaro de ese personaje de cara cubierta y musculatura elegante y flexible. Su ironía manifiesta en cada salto entre edificios y sus comentarios sardónicos mientras vuela por entre las calles de Nueva York.
Sienta bien reencontrarse con él de vez en cuando, dejar que inspire nuevos caminos para mis propias historias y compartirlo con una gran compañía si no la mejor.
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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura
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