domingo, 10 de agosto de 2014

De vuelta a todo lo que quiero con la maleta bien cargada


Rechinan las ruedas gastadas de una vieja maleta contra el asfalto, repiquetean sobre cada escalón en la subida al hogar de nuevo y de forma definitiva tras una larga temporada de incesantes idas y venidas, se escapa un suspiro disimulado en una sonrisa al alzar la vista ante lo conocido y después se cruza el umbral del hogar el calma.
El aroma que te recibe al entrar en la habitación es conocido y algo en el interior parece completo de nuevo al sentirse en casa, como si una pequeña parte de una se quedase siempre en esencia en ese pequeño santuario cada vez que un nuevo viaje se emprende.
Y aunque se vuelva con grandes nuevos recuerdos y la cámara de fotos a rebosar de instantes grabados; aunque entre camisas y bikinis doblados hayan viajado contigo cientos de historias por contar, anécdotas con las que reír y experiencias que guardar; siempre es agradable volver al lugar al que se pertenece y sentir de nuevo cerca las raíces de lo que cada uno es.
Al final, tan emocionante y bonito como es escaparse hacia nuevos destinos resulta también regresar a casa con los tuyos.












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


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