sábado, 24 de mayo de 2014

¿Cómo no te voy a querer?


Nervios que se dejan sentir en el ambiente, burbujeando en una copa de cava, hondeando con cada brisa colgada en la ventana o taconeando con histeria sobre el suelo de parqué. El tiempo que pasa ora demasiado lento ora con demasiada velocidad, rasgando sin piedad las vestiduras de cualquier esperanza de ver el esférico clavado contra la portería rival, volviendo hiriente ese gol en contra brillando entre flashes en el marcador.
El tiempo reglamentario se cumple, solo quedan por delante el tiempo añadido que se torna en un deseo casi angustioso pues apenas se encuentran resquicios de la capacidad de creer. Es entonces cuando, en un último aliento, de un salto él se alza y su cabeza remata con furia contra el balón bombeado cambiando por completo su trayectoria. Se desliza con certeza entre las manos del portero y la mirada de todo aquel que pudo presenciar ese momento hasta verse detenido contra la red y caer sobre el césped mullido.
Medio Madrid rompió en un grito de rabia, saltando desde asientos de resignación y tristeza. El otro medio agachó la cabeza y 'encorchó' la botella descorchada con demasiada antelación.
Tras ese caerían tres más y lo que parecía ser una noche lúgubre en Concha Espina se tornó blanco y música en Cibeles cuando la Décima llegó al fin a casa.











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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


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