domingo, 4 de mayo de 2014

Tonto el que no entienda...


Y cuenta la leyenda que una noche de invierno en una tierra lejana una hermosa gitana alzó la mirada anhelante al cielo rogándole a la luna que escuchase su llanto desolador. En su corazón ardía el deseo de captar la mirada de un joven calé.
La luna volvió la mirada a su ruego, escuchó la petición sin apenas darle importancia pues las minucias del amor humano apenas podían captar ligeramente su interés.
El cielo empezó a teñirse de añil y dorado, anunciando la llegada del astro rey, contando los instantes que le quedaban a la luna para reinar sobre las estrellas. Con su luz iluminó la figura arrodillada acariciando con su magia la piel de la gitana, cambiando su suerte y concediéndole lo que tantas noches le había suplicado.
Pero la mujer de plata traía consigo una única condición que debía cumplirse si la gitana quería quedarse con su hombre. En su helado corazón se escondía también un anhelo secreto que a nadie se había atrevido a mencionar. Le hizo jurar a la gitana, justo en los albores del día, que nueve meses después traería al monte a su primogénito y se lo entregaría entre mantas de lino pues él sería, de piel clara y ojos color aceituna, el hijo de la luna.
Es por eso que cuentan los ancestros, que cuando la luna mengua es para acunar al niño y calmar su llanto en la noche oscura.

Hasta la luna, el primer domingo de mayo, quiere ser madre y que sea su día.











0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0

Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


No hay comentarios:

Publicar un comentario