Carezco de mala intención o del deseo de dejar escapar sapos y culebras con respecto a determinadas situaciones pues, en realidad, ni siquiera sé por qué me sorprenden lo más mínimo. Cada cual con sus manías y con su forma de quererlas encubrir, pues nunca a nadie le ha resultado sencillo el decir claramente que a determinados sitios y con determinadas gentes no se quiere ir. Y pensándolo con honestidad, a mí también me ocurría cuando por un polvo concreto la noche seguía el rumbo que marcaban los pasitos del gallito del corral. La incomodidad quedaba patente aunque, quizá la diferencia, es que algunos tenemos algo más de deferencia y sabemos disimular; eso o que nuestro sentido de la orientación está algo más pulido y no nos perdemos para llegar a la boca de metro situada exactamente a dos manzanas en linea recta descendente.
Supongo que cada cual tiene su manera de librarse de situaciones poco atractivas, yo lo único que pido es que, si es posible, no me tomen el pelo.
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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura
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