miércoles, 7 de mayo de 2014

Cuenta atrás en 3, 2, 1...


Ya podrían las cartas de navegación, allá por 1492 haber sido un pelín más precisas señalando hacia el norte. Es decir, que ya podría gustarnos un pelín menos aquello del sol y un pelín más la nada desechable idea de hacer gala de un idioma hablado a nivel internacional all over the world.
Honestamente, me libraría a mí del molesto pensamiento que ronda la parte de atrás de mi cabeza cada vez que la palabra examen cruza mis oídos y es que me queda un mes escaso antes de histerizar a niveles jamás sospechados delante de un eterno examen que más que inglés se me antojará chino. ¡Y ojo! nada de chino mandarín occidentalizado no, ¡el chino como dialecto de algún pueblecito arrocero del interior perdido en toda la extensión del maldito imperio!
Que maldito el momento en el que a la consejería de educación de la Comunidad de Madrid se le ocurrió la brillante idea de instaurar el bilingüísmo como sinónimo de educación de calidad, como si nuestros alumnos pasados, presentes y futuros, dominasen el español siquiera... ¡¡del inglés ni hablamos!!
Y en estas estoy yo, que le hablo inglés hasta al gato aunque por su cara no parece entenderme del todo. Y es que no me entiendo ni yo misma con la mezcla de significantes que rebotan de lado a lado en mi cabeza impidiéndome llevar a cabo el súmmum del lenguaje... ¡que ya ni me comunico vamos!












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


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