Empiezan a llegar las oportunidades aunque a cuentagotas, las buenas noticias aunque solo parciales. Una entrevista es siempre un cara a cara entre dos mentirosos.
Dos equipos enfrentados, uno que engalana en positivo las virtudes de aquello que tiene para ofrecer. Seamos honestos, un colegio es siempre un colegio y por más que se pinte de caritativo, humilde y honesto no deja de ser una empresa donde cada cual mira por el bien de lo suyo propio. Por más que jure que lo que busca es calidad humana lo que en realidad se pretende conseguir es a aquel candidato con experiencia suficiente como para no tenerle que enseñar como tirar "p'alante". Y que por mucho que se diga que lo importante es la educación de los alumnos o comulgas con la ideología imperante o estás fuera, sin más ni más.
El otro enmascarado en predisposición, humanidad, caridad y buen hacer.
Seamos honestos un candidato que busca un puesto de trabajo vendrá siempre enmascarado tras aquello que cree que el entrevistador en él puede buscar. Mostrará ilusión aunque la realidad muy probablemente sea que el puesto no le interesa, lo necesario es la ocupación, la nómina y la experiencia. Mostrará coincidir con los valores aunque lo más probable sea que al salir de la entrevista comente con sorna lo fácil que ha sido descubierto su engaño. Mostrará admiración por el proyecto aunque en su mente se barajarán probablemente todas las pegas posibles desde el horario, hasta el sueldo pasando por la ubicación.
Pero desde el punto de vista del observador todo será acuerdo, comodidad e interés; o al menos será así hasta que resulte que no hay una llamada telefónica de vuelta. Tampoco hay problema, todo es siempre un poco más de experiencia cuando apenas se está empezando a caminar.
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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura
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