sábado, 13 de septiembre de 2014

Improvisación por desgana


Organizas una cena con un plan cuyo único atractivo reside en la comida pues la localización es por lo pronto lejana, la compañía no es del todo cómoda, y el día coincide con otros compromisos por voluntad ineludibles. Y aun así consigues que pese a los inconvenientes la gente acceda a acudir a tu plan aun sin saber muy bien por qué pues un sushi casero tampoco es que sea el manjar con el que todo el mundo sueña. Bien, llegados a este punto hay algo que mi proceso de razonamiento no asimila. Si a pesar de todo logras la asistencia de los invitados aun cuando por tu parte no hay intención alguna de facilitarles las cosas por hacerles llegar. No termino de comprender por qué la promesa de un manjar concreto se torna una llamada al chino aun sin saber si quiera si en su carta hay el plato prometido.
Es decir, se ofrece un plan que no es cómodo pero ahí está, no se aportan datos llegado el día ni de hora o dirección, no queda claro que se hará una vez acabado, y de aquello que se ha prometido elaborar no queda ni rastro debido a inclemencias temporales. Yo aun me sigo preguntando por qué habremos acudido.












0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0

Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


No hay comentarios:

Publicar un comentario