domingo, 14 de septiembre de 2014

Un lugar siempre nuestro


Las malas noticias no son nunca fáciles de asumir. Ni siquiera cuando no tienen que ver con una misma. Reencontrarse con un viejo amigo de la infancia puede resultar un momento cuanto menos curioso pero lo que una nunca espera es que ese reencuentro traiga consigo noticias de aquel que fue siempre importante, menos aun noticias tan inesperadamente duras.
Mucho ha llovido desde esa última mirada de soslayo que cruzaron aquellos dos adolescentes que nada sabían uno del otro y qué sabían bien cómo ignorarse. Aun mucho más desde la infancia en la que comunicarse parecía más sencillo aunque fuese tan sólo para compartir viejos juegos. Y aun a pesar del tiempo la noticia es por igual desoladora al pensar que en esta ocasión ni tan siquiera me enteré a tiempo.
Cuanto lamento que la vida haya sido con él tan sumamente injusta. Él que parecía tan titánico e impasible con su gesto siempre a desgana y su atención perdida en acordes musicales que ni siquiera conozco. Siempre sereno y decidido, ocupado tan sólo por aquello que parecía importarle y poco más, y entregado en alma y corazón a aquello que llegaba realmente a apasionarle. Tan sólo confío en que nunca le abandone esa fuerza que tiene y sepa reponerse aun incluso de golpes tan duros. Sin que sirva de mucho una parte de mi corazón está hoy, y estará siempre, con él pues al final todos venimos de un mismo lugar.












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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


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