sábado, 27 de septiembre de 2014

Pompa engalanada


Que raro resulta de pronto tanta importancia a lo que no es sino un mero número que cambia en casillas ocasionales de formularios sin un exceso de relevancia. De pronto emergen de la tierra deseos de agasajo, coronas de plástico que aparecen sin esperarlo, pulseras de oro que reclaman una atención carente de sentido. Planes lejanos que se antojan tan pesados como aburridos y poca compañía de interés. 
Y en eso y con la rodilla inutilizada por culpa no tanto de la lluvia y si bastante de la propia torpeza, se plantea de pronto la duda de si ser parte observante de tan artificioso evento o si sencillamente hacer acto de no-presencia alegando cojera crónica y ausencia de transporte fijo. Y en esas que estamos, que por no aguantar discursos radiofónicos y demasiada fastuosidad, casi que prefiero quedarme bajo mantas arropadita y con el sonido de la televisión de fondo.











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Préstame tus fuerzas, dame tu ternura


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