Entre la incertidumbre de los sueños aun no cumplidos aparecen en torrente las dudas sobre la propia valía y el camino que se ha elegido. Es inevitable pensar que quizá aquella senda no era la propia y que lo sensato reside en cambiar para labrarse un futuro propio con otros destinos a la vista. O quizá meramente desviarse un poco del camino para tapar heridas y aprender antes de recuperar el destino que firmemente crees que te espera.
En esa situación me encuentro yo tras un año sin logros y la perspectiva de que el siguiente siga la misma rutina. Pues cuan difícil se me hace sentarme y cruzarme de brazos, tanto como aceptar que más no se puede hacer y lo que resta es confiar cuando apenas queda confianza en un solo resquicio de mi mente.
Podría cambiar, es cierto. Podría escuchar el consejo ajeno y buscar más allá de aquel camino cerrado de baldosas amarillas, sin duda podría encerrarme en un cubículo oficinista ante un ordenador y encadenada a un teléfono. Podría, pero no sería sino dejar de ser quién soy y traicionar a una parte de mí anclada a fondo pues tengo muy claro lo que soy y lo que seré. No dejaría de ser un pobre remiendo a una herida abierta en lo más profundo.
Pero esperar tampoco es sencillo pues el deseo hierve a fuego lento en el corazón, siento en el tacto de la yema de mis dedos el hormigueo áspero de la tiza. A la nariz llegan resquicios de ese olor a aula y material escolar recién abierto. Y la mente palpita de deseos de probarse a sí misma.
Supongo que al final la vida se resume en decisiones entre luchar por llegar a ser quién quieres ser o aceptar el camino que parece llegar impuesto y se disfraza de sensato. Luchar por lo que eres o rendirte a la mundana rutina. Ponerte la máscara o diluirte entre multitud.
0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0o0
Préstame tus fuerzas, dame tu ternura
No hay comentarios:
Publicar un comentario